Misión del Blog

Proclamar el señorío de Jesucristo sobre todos los aspectos de la cultura

lunes, 1 de junio de 2009

A la deriva en el océano del relativismo

Por Sugel Michelén

Muchos tienen la convicción de que la sociedad moderna se encuentra atravesando en estos momentos por una profunda crisis de valores y de significado. Algunas situaciones alarmantes parecen indicar que el mundo se ha deteriorado a pasos agigantados en los últimos años; pero ¿es realmente así? ¿En verdad podemos decir que nuestro mundo está atravesando por un período de crisis moral? El problema con esta pregunta es que presupone un parámetro de normalidad, la existencia de valores absolutos y de un estándar objetivo de comportamiento que rija a todos los seres humanos por igual. Si en la selva africana una familia de leones ataca un jabalí y lo despedaza, la noticia no saldrá en los periódicos al día siguiente; pero cuando un adolescente toma un arma de fuego y descarga su furia disparando contra sus profesores y compañeros de escuela, eso sí que espanta y asusta, porque no se espera que los seres humanos se comporten así.


Pero, ¿cómo determinamos el comportamiento que debemos esperar de los seres humanos? ¿Basados en cuál autoridad distinguimos lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso, lo normal de lo que no lo es? Necesitamos una base de autoridad legítima que establezca los valores que han de regir a todos por igual, de lo contrario no tendremos ningún parámetro para pasar juicio sobre las acciones de los hombres.

Ese es el gran problema al que se enfrenta la sociedad occidental hoy día: ha rechazado a Dios y Su revelación infalible y ahora se encuentra como un barco a la deriva en el océano del relativismo y la subjetividad. Lo que es bueno para uno puede que no lo sea para otro y viceversa. El concepto de verdad absoluta se ha vuelto obsoleto y con la muerte de la verdad ha muerto también la virtud. El hombre moderno contempla espantado el deterioro que hay a su alrededor, pero no percibe que ése es el fruto que se cosecha inevitablemente cuando se desecha a Dios y Su Palabra. Si no existe un Dios personal y sobrenatural que creó y sostiene todas las cosas con un propósito, un Dios que se ha revelado al hombre en un libro infalible que podemos comprender racionalmente – la Biblia – no tenemos hacia dónde mirar para encontrar respuestas verdaderas a las preguntas más importantes del hombre, ni una base ética objetiva para distinguir lo bueno de lo malo. Cuando los cimientos son destruidos es sólo cuestión de tiempo para que se imponga en la sociedad humana la ley de la selva: la supervivencia de los más fuertes.
© Por Sugel Michelén. Todopensamientocautivo.blogspot.com. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

1 comentario:

luima dijo...

Muchas de las personas que conozco, estan convencidos que a la larga no existe ni bien ni mal, ni siquiera alma en el hombre,que somos solamente una maquina, osea conjuntos quimicos, con la ilusion de poder decidir entre una cosa y la otra. y tratan de ser consecuentes con esta forma de pensar, argumentando que cuando les molesta algo o deciden que algo les gusta, lo hacen por la simple razon de que se "siente bien decidir x o y cosa" y no de que hay un parametro regulativo mayor. por ejemplo si se sienten mal por hacer algo que ellos consideran malo, simplemente piden perdon porque se sienten bien haciendolo en ese momento. entonces, es logico (aunque no correcto)que el resultado de esa forma de pensar nos haya llevado a donde estamos actualmente. que lo relativo es lo que prima, el dios dador de "la ley" es el mismo hombre, es decir cada quien decide que es lo bueno/malo. pocas cosas pasan en este mundo realmente.