Misión del Blog

Proclamar el señorío de Jesucristo sobre todos los aspectos de la cultura

viernes, 22 de enero de 2010

Estimado incrédulo

Hace unos años alguien me escribió una carta en un tono muy airado, en respuesta a un artículo que publiqué en la columna semanal del periódico El Caribe (más abajo incluyo el artículo que, si no recuerdo mal, dio lugar a la carta en cuestión). Este episodio vino a mi mente en estos días porque aún recibo críticas similares en mi correo.

Me voy a permitir postear la respuesta que escribí en aquel momento, porque pienso que puede ser de utilidad para aquellos que tienen que enfrentar críticas similares (lamentablemente no tengo a mano la carta que esta persona me envió, pero creo que de mi respuesta se puede deducir su línea de argumentación).


De entrada le pido que me excuse por responder a su carta a pesar de que me pidió que no lo hiciera. Espero que no lo tome como una invasión a su espacio cibernético. Le prometo que no volveré a escribirle a menos que Ud. lo desee; por ahora le ruego la oportunidad de compartir algunas ideas en relación a la carta que me envió. Creo que es justo que lea mi respuesta con atención, así como yo leí la carta suya.

No me ofende que no le agrade mi artículo; todo el que escribe en un medio masivo de comunicación sabe de antemano que no todos estarán de acuerdo ni complacidos con lo que escriba. Lo que me entristece es la renuencia que manifiesta a discutir el tema que expuse en el artículo de este sábado 3 de Enero.

Ud. me dice que yerro en todos mis criterios, pero lamentablemente no me dice cuáles son mis errores de razonamiento. En el artículo de este sábado éste fue mi proceso de argumentación:

En primer lugar, afirmé que el naturalismo es una postura filosófica, no científica. En el glosario de la obra Introduction to Philosophy de Norman L. Geisler y Paul D. Feinberg, se define el naturalismo como: “La creencia de que el universo es todo lo que es; todo opera por leyes naturales (sin milagros)”. Esta es una creencia, una premisa que debe ser aceptada por fe.

El método científico requiere los siguientes pasos: observación – hechos – hipótesis – experimentación. El resultado será la elaboración de una teoría que podría ser modificada luego con subsecuentes experimentos; por lo que el método se repite de nuevo de este modo: observación – hechos – hipótesis – teoría – experimentación. Consecuentemente, es imposible probar científicamente que el universo es todo lo ha habido, todo lo que hay y todo lo que habrá. Eso podría ser cierto, pero no es una declaración científica.

L. T. More, paleontólogo de la Universidad de Chicago, dice lo siguiente al respecto: “Mientras más uno estudia paleontología, más certeza tenemos de que la evolución descansa en la fe solamente; exactamente la misma clase de fe que es necesario tener cuando consideramos los grandes misterios de la religión”.

Y Louis Bounoure, quien fuera Presidente de la Sociedad Biológica de Estrasburgo y luego Director del Centro Nacional Francés de Investigaciones Científicas, es aún más enfático cuando dice: “El evolucionismo es un cuento de hadas para adultos. Esta teoría no ha ayudado en nada en el progreso de la ciencia. Es algo inútil”.

En segundo lugar, dije que si aceptamos la postura del naturalismo debemos llegar a la conclusión de que este universo es un afortunado accidente. En el 1995 la posición oficial de la American National Asociation of Biology Teachers (Asociación Americana de Profesores de Bilogía) era la siguiente: “La diversidad de la vida en la tierra es el resultado de la evolución: un proceso natural no supervisado, impersonal e impredecible”. En ese proceso los cambios genéticos son producidos por “la selección natural, el azar, las contingencias históricas y los cambios ambientales”.

En tercer lugar, declaré que esta postura filosófica trae como consecuencia una vida sin sentido. No veo dónde yerra este argumento. Si somos el producto del azar podemos tratar de darle sentido a cada milímetro de nuestra existencia, pero la existencia en sí no tendría sentido alguno.

Con todo respeto, creo que mi argumentación sigue un lineamiento lógico. Usted puede no estar de acuerdo con él (y yo debo respetar eso), pero no puede afirmar que mi postura sea irrazonable.

También me dice su carta que no soy original. Realmente no pretendo serlo. Encontrar la verdad absoluta es más importante que la originalidad. Decir que 2 + 2 = 5 para no decir lo mismo que dicen los demás es una tontería, por más original que sea la declaración

Por último, la acusación que hace contra el cristianismo debe ser cualificada. Por un lado, al filósofo italiano Giordano Bruno lo llevó a la hoguera la iglesia católica romana en el 1600. Como no identifico esta iglesia con el cristianismo bíblico no veo qué relación tenga este penoso incidente con la veracidad de la fe cristiana. Y por el otro lado, el cristianismo ha sido reconocido como la fuerza moral e intelectual que impulsó la modernización de Europa, sobre todo en los países del norte que se libraron del catolicismo romano en la época de la Reforma.

Con respeto, lo invito a investigar más este asunto demostrando así que tiene una mente abierta y que no tiene temor a examinar sus convicciones con las convicciones de otros. Me gustaría que permaneciera abierto a seguir discutiendo estas cosas, pero, como le dije al principio, le reitero que no le escribiré más a menos que Ud. lo desee.

Espero que mi carta no haya sido ofensiva, ya que no fue mi intención ofenderle. Atentamente,

Sugel Michelén

La fe del ateo

A menudo se quiere dar la impresión de que el cristianismo bíblico descansa enteramente sobre la fe, mientras que el ateísmo y la evolución descansan sobre la ciencia y la razón. Pero ese no es el caso. Nadie puede probar científicamente ni el ateísmo ni la evolución y, por lo tanto, ambas cosas descansan en la fe.

La teoría de la evolución es un engendro del naturalismo, una postura filosófica que afirma que todo cuanto existe tiene que ser explicado únicamente en términos de procesos naturales. En el naturalismo no hay lugar para la intervención de Dios ni de ningún otro agente sobrenatural. Fuera de la naturaleza, dicen ellos, no hay nada que buscar; la materia es la única realidad. El famoso (y fenecido) astrónomo norteamericano Carl Sagan, lo explica con estas palabras: “El cosmos es todo lo que ha habido, todo lo que hay y todo lo que habrá”.

Pero ¿cómo pueden los científicos saber eso con certeza? De ninguna manera. Es imposible probar científicamente que el universo es todo lo que ha habido, todo lo que hay y todo lo que habrá; esta es una postura filosófica, no científica, algo que el naturalista tiene que aceptar por fe.

Y una de las consecuencias inevitables de esa fe es el sin sentido de todo cuanto existe. Si la naturaleza es todo lo que ha habido, todo lo que hay y todo lo que habrá, entonces tendríamos que concluir que el universo es un afortunado accidente, el resultado de un proceso que ningún ser inteligente inició ni guió con ningún propósito. Consecuentemente, la tendencia que ha tenido el hombre a través de los siglos a buscarle un significado a la existencia humana sería una labor inútil, porque no habría ningún significado que buscar.

Si un niño tropieza con un bote de pintura y ésta se derrama indiscriminadamente sobre el tapiz, sería muy tonto tratar de encontrarle un significado oculto a la mancha. Puede que se vea bonito, pero fue algo accidental, no planificado. Según el ateo, este universo maravilloso que manifiesta orden, diseño y propósito en todas sus partes, no posee en realidad ningún diseño inteligente detrás; es la mancha hermosa que quedó en el espacio infinito luego que la materia + tiempo + casualidad tropezaran con el bote de pintura.

Por eso alguien dijo una vez que “el momento más embarazoso para el ateo es cuando se siente profundamente agradecido por algo, pero no puede pensar en nadie a quien darle las gracias”. La fe del ateo deja al hombre sumido en una existencia sin sentido. Pocos lo han expresado tan claramente como Sartre en La Nausea: “Yo existo como una piedra, una planta, un microbio… Aquí estamos todos nosotros, comiendo y bebiendo para preservar nuestra preciosa existencia y sin embargo no hay nada, nada, absolutamente ninguna razón para existir”. El ateo no sólo niega la existencia de Dios, sino que también atenta contra la humanidad del hombre.

© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Así es, sin embargo veo inutil completamente hablar con ellos, yo no tengo ningún temor a ofenderles.

Yo sali de circulos con mentalidad naturalista y como diria alguien por ahi, reconosco que son verdaderamente asnos.

Y el mayor problema, no es que la Fe Cristiana sea "Ilogica" como dicen, que no lo es si se examina honestamente (cosa que ni saben ni quieren hacer), recordemos lo que la biblia dice: "dijo el necio en su corazón, no hay Dios, corrompiose y entregose a toda abominable maldad", es por ello que no le ofrece sinceros argumentos que demuestren que su linea de pensamiento es falsa, cosa que si se puede hacer contra el naturalismo ya que es un prejuicio, sin base alguna, a él no le interesa si es verdad o no, simplemente quiere dar golpes contra el aire y como el niño pequeño que es berrinchudo solo dice es falso es falso y como Bautista reformado, debe saber que el problema estriba en su corazón no regenerado, odia a Dios por naturaleza, pues como el ladron busaca a un policia, así un ateo pervertido busca de Dios.

Sugel Michelén dijo...

Gracias por enviar su comentario, con respecto al cual le indico dos. La primera es que aunque el incrédulo tiene un prejuicio y no quiere creer, no por eso debemos dejar de persuadirles, pues Dios puede usar la persuasión para hacerle ver su pecado y traerlo al arrepentimiento. Lo segundo es que tal persuasión debe hacer se con mansedumbre. Ambas ideas convergen en 2Timoteo 2:24-26:

"Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él".

Sugel Michelén dijo...

En el primer párrafo debe leerse: "dos cosas".

Anónimo dijo...

Dios no nos ha llamado a ser originales, sino a ser imitadores de El (Efesios 5:1).