Misión del Blog

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viernes, 8 de enero de 2010

Si Dios no existiera, o si existiera y no se hubiera revelado...

En una de sus obras, Os Guinness hace referencia al siguiente “sketch” realizado por el comediante alemán Karl Vallentin. El cómico aparece en el escenario buscando algo afanosamente dentro de un halo de luz. Al cabo de un tiempo se le acerca un policía y le pregunta qué está haciendo allí, a lo que Vallentin responde: “He perdido las llaves de mi casa”.

El policía se une a la búsqueda, pero al ver que los esfuerzos de ambos son inútiles, le pregunta: “¿Está Ud. seguro que perdió las llaves aquí?”. “¡Oh no!” – responde el comediante, y señalando hacia una esquina oscura del escenario, añade: “Fue allí”. “Entonces, ¿por qué no está buscando allí?” “Porque no hay luz allá” – responde Vallentin.

Este “sketch” ilustra claramente la condición en que se encontraría el hombre si no existiera Dios o si Dios existiera y no hubiese tomado la iniciativa de revelarse: nos faltarían piezas clave para entender el significado y propósito de la vida.

¿De dónde venimos? ¿Qué hacemos aquí? ¿Cómo se supone que debemos vivir? ¿Cuál es nuestro destino final? Para el hombre que vive a expensas de sí mismo, sin contar con una revelación divina, las respuestas se encontrarían en esa esquina oscura donde no hay ninguna luz. Tendríamos que concluir que la vida es totalmente absurda, un misterio que nosotros no podemos desentrañar por falta información.

Así lo entendió el filósofo alemán Fiedrich Nietzsche, quien luego de anunciar la muerte de Dios, anuncia también las terribles consecuencias de haber eliminado ese punto de referencia:

“¿Cómo pudimos vaciar el mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué hemos hecho después de desprender la tierra de la cadena de su sol? ¿Dónde la conducen ahora sus movimientos? ¿A dónde la llevan los nuestros? ¿Es que caemos sin cesar? ¿Vamos hacia delante, hacia atrás, hacia algún lado? ¿Erramos en todas direcciones? ¿Hay todavía un arriba y un abajo? ¿Flotamos en una nada infinita? ¿Nos persigue el vacío con su aliento?”

Nietzsche vio el punto, pero no fue lo suficientemente honesto como para cerrar sus labios y dejar de opinar. Si no podemos saber si avanzamos o retrocedemos, si subimos o caemos, ¿cómo podemos dar nuestras opiniones tan categóricamente? Cuando alguien dice creer que la vida es absurda y que la verdad no existe, no hay necesidad de que tratemos de refutar sus argumentos; él ya lo hizo por nosotros.

© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

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