Continuamos con la serie que hemos posteando sobre la historia de los bautistas, que, como hemos dicho en entradas anteriores, se solapa con la historia del puritanismo en Inglaterra. En la entrada anterior hablamos del reinado de Enrique VIII y el nacimiento del anglicanismo. Hoy veremos lo que Dios hizo en Inglaterra luego de la muerte del monarca.
Eduardo VI
Al morir Enrique VIII, en el 1547, le sucedió en el trono su hijo Eduardo VI, un joven adolescente, en cuyo corto reinado de apenas 4 años se llevaron a cabo reformas un poco más profundas. Durante su reinado se publicó el libro de oración común, el cual introdujo algunos cambios importantes en la liturgia de la iglesia anglicana.
María Tudor (la sanguinaria)
Pero Eduardo VI murió en 1553, teniendo apenas 16 años de edad, y le sucedió en el trono su media hermana María, hija de Catalina. Esta vuelve a implantar el catolicismo en Inglaterra y desata tal persecución contra los protestantes que ha sido conocida en la historia como María la Sanguinaria.
En ese tiempo muchos protestantes huyeron al Continente donde entraron en contacto con teólogos calvinistas y adquirieron un entendimiento más claro de las enseñanzas bíblicas. Pero María no tuvo hijos, de modo que al morir a fines de 1558 le sucedió su media hermana Isabel, la hija de Ana Bolena.
Isabel I y el puritanismo
Esta vuelve a implantar el anglicanismo en Inglaterra, muy probablemente por conveniencia, ya que según el catolicismo ella no era más que una hija bastarda. En ese momento muchos de los protestantes que huyeron al Continente regresaron a Inglaterra con la esperanza de que la reina siguiera profundizando en el proceso de reforma bíblica. Pero se encontraron con una terrible decepción. La reina Isabel quería seguir manteniendo en los cultos de la Iglesia anglicana un conjunto de prácticas que no tenían apoyo alguno en la Palabra de Dios.
Estos protestantes, en cambio, abogaban por una reforma cabal, donde la Palabra de Dios fuese la única regla que regulara la doctrina, la vida práctica y la adoración de los creyentes. Por tal razón a estos protestantes se les llamó “puritanos” durante el reinado de Isabel I. Aunque ridiculizados y caricaturizados a lo largo de la historia, el puritanismo fue uno de los períodos más gloriosos de la historia de la Iglesia.
R. C. Sproul dice lo siguiente al respecto: “Si hubo alguna vez un grupo de cristianos que fueran ejemplo de la vida cristiana, estos fueron los puritanos, quienes fueron vigorosos en la búsqueda de la santidad personal”.
Estos hombres se oponían firmemente a que la tradición o el poder del estado impusieran sobre sus conciencias prácticas que Cristo, la verdadera Cabeza de la Iglesia, no les hubiese impuesto. Esa lucha entre los puritanos e Isabel se mantuvo todo el tiempo de su reinado.
Jaime I
Isabel murió en 1603 sin haber tenido hijos y habiendo expresado su deseo de ser sucedida en el trono por Jaime I, hijo de María Estuardo y quien ya era rey en Escocia. María Estuardo era prima de Isabel, biznieta de Enrique VII y, por lo tanto, su hijo Jaime era un heredero legítimo al trono de Inglaterra.
Ahora por primera vez ambos reinos, Inglaterra y Escocia, estaban unidos bajo un mismo monarca. Fue durante el reinado del rey Jaime que se publicó la versión inglesa de las Escrituras conocida como King James. Pero este hombre tampoco tenía ningún interés reformador; aparte de que tenía temor de oponerse a los obispos anglicanos, por lo que asumió una política más adversa aún al puritanismo.
Esto provocó un nuevo éxodo de protestantes, incluyendo el grupo de peregrinos que salieron hacia América en el Mayflower en el 1620. Estos peregrinos son considerados como los padres fundadores de los EUA.
Carlos I
Al morir el rey Jaime le sucedió en el trono Carlos I quien fue todavía más adverso al puritanismo. Este rey abolió el parlamento, que estaba lleno de puritanos y gobernó durante 11 años como un dictador, por lo que se hizo muy impopular en Inglaterra.
En apenas 12 años unos 4,000 puritanos habían salido para América, buscando un lugar donde pudiesen adorar a Dios con una limpia conciencia. Las imposiciones del estado sobre la religión se fueron haciendo cada vez más fuertes, lo que trajo como consecuencia una guerra civil en 1642, con el Parlamento de un lado, que había sido restablecido unos años antes, y con el rey Carlos del otro. Finalmente, en 1649, el rey Carlos I fue depuesto y decapitado, y se inicia el protectorado de Oliverio Cromwell.
El protectorado de Oliverio Cromwell
Fue durante ese período de guerra civil que el Parlamento convocó a más de un centenar de teólogos ingleses, escoceses y galeses, quienes se reunieron durante cuatro años, desde el 1644 al 1648, en la Abadía de Westminster. Esta asamblea produjo la Confesión de Fe de Westminster, y dos catecismos: Uno Mayor para la instrucción de los adultos, y uno Menor para la instrucción de los niños.
Acerca de este grupo de teólogos que se reunió en aquella Abadía, dijo Richard Baxter lo siguiente: “Desde los días de los apóstoles no ha habido un Sínodo de teólogos más excelente que el que se reunió en ese lugar”.
La influencia que esa Confesión de Fe y esos Catecismos han ejercido en las iglesias reformadas en todo el mundo ha sido tan profunda que sería muy difícil evaluarla con precisión. Esta Confesión de Fe sostiene un punto de vista presbiteriano en cuanto al gobierno de la Iglesia.
Carlos II y la restauración de la monarquía
Antes de su muerte, en 1658, Cromwell indicó que su sucesor debía ser su hijo Ricardo, pero éste no tenía las capacidades de su padre, por lo que no pudo retener el poder. El país estuvo al borde de otra guerra, por lo que Ricardo renunció a su posición y se retiró a la vida privada. Esto no dejaba más opción que regresar a la monarquía, de modo que en 1660 sube al trono de Inglaterra Carlos II, el hijo de Carlos I. Aunque Carlos II garantizó la libertad de conciencia, muy pronto comenzó a dictar una serie de medidas en contra de los puritanos.
La primera fue el “Acta de Uniformidad” en 1662, que requería que todos los ministros del evangelio unificaran los cultos de las iglesias en torno al Libro de Oración Común. Unos 2,000 pastores se negaron a hacerlo, porque no podían subscribirse a ese documento con una limpia conciencia, por lo que fueron expulsados de sus iglesias.
Históricamente hablando, con el Acta de Uniformidad concluyó la historia del puritanismo como tal. A partir de ese momento los ministros puritanos fueron conocidos como “no conformistas” o “disidentes”.
Luego vino el “Acta de Conventículo”, en 1664, que prohibía la reunión de cualquier iglesia que no adoptara el Libro de Oración Común. Y un año después el “Acta de la Cinco Millas”, que prohibía que cualquier pastor disidente se acercara a su antigua parroquia en un radio de cinco millas.
Esto provocó que muchos pastores disidentes pusieran por escrito sus sermones y sus opiniones doctrinales, lo que hizo posible que hoy pudiéramos tener esa rica herencia puritana a nuestra disposición.
Uno de los presos más famosos de ese período fue Juan Bunyan, el cual fue encarcelado en 1660 por rehusarse a dejar de predicar, pero en cuyo encierro escribió una de las obras maestras de la literatura inglesa de ese período: “El Progreso del Peregrino”. En ese período de persecución los tres grupos mayoritarios de creyentes en Inglaterra, los presbiterianos, los bautistas y los independientes, se acercaron cada vez más.
Jaime II
Carlos II murió en 1685 y fue sucedido en el trono por su hermano Jaime II, el cual profesaba la religión católica. Por esa razón, una de las primeras cosas que hizo al retornar al poder fue proclamar un “Acta de Indulgencia” que permitía que las iglesias disidentes del anglicanismo se reunieran libremente. Eso favoreció a los católicos, así como también a los protestantes.
Guillermo de Orange
Pero en 1689 Jaime II fue depuesto, sucediéndole en su lugar Guillermo de Orange, casado con una hija de Jaime II y la cual era protestante. De inmediato se dictó un “Acta de Tolerancia”, concediéndole más libertades aún a los disidentes.
Ese mismo año los bautistas publicaron su segunda Confesión de Fe de Londres, que había sido redactada en 1677, pero que no había podido ser publicada por la situación política y religiosa reinante en Inglaterra. En esta segunda Confesión, conocida como la 1689, los bautistas quisieron expresar su acuerdo con los demás grupos reformados de Inglaterra, por lo que siguieron muy de cerca las definiciones doctrinales de la Confesión de Fe de Westminster, así como la Confesión de Saboya de los congregacionalistas.
Aunque diferían de aquellos teólogos en cuanto al gobierno y la membrecía de la Iglesia, en todas las otras cosas creían prácticamente lo mismo, y así lo manifestaron públicamente en su Confesión de Fe. Este documento ha sido, y sigue siendo, la Confesión de Fe de muchas iglesias bautistas desde entonces.
De este documento el gran predicador bautista del siglo pasado, Charles Spurgeon, dijo lo siguiente: “Este documento antiguo es un excelente resumen de aquellas cosas creídas entre nosotros. Aceptamos el mismo no como una regla autoritativa, o como un código de fe, sino como una ayuda en la controversia, una confirmación en la fe y un medio de edificación en la justicia. En él los miembros de esta Iglesia tendrán un pequeño resumen doctrinal, y por medio de las pruebas bíblicas allí contenidas estarán preparados para dar una respuesta de la fe que hay en ellos”.
© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.
jueves, 14 de enero de 2010
7. Historia de los Bautistas: Los puritanos, la Confesión de Westminster y la Confesión Bautista de 1689
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5 comentarios:
Qué maravilla estas entradas!! Son de gran instrucción, y nos enseñan cómo nuestro buen Dios saca bienes de males. Las persecuciones e intolerancia que bien podrían parecer (y en efecto lo son) negativas, Dios las usó para que ese maravilloso legado escrito de los puritanos llegara hasta nosotros! Gloria a Dios!
Muy amado pastor, gracias por compartír lo que Dios le ha dado a tantas personas en América. A propósito de las Confesiones, estoy leyendo el prologo de la Confesión de Fe de Westminster traducida por el Rev. Alonzo Ramírez Alvarado, y no pude evitar glorificar a Dios en tanto y en cuanto El Soberanamente involucró a los Gobernantes de una Nación y a los mejores Teólogos para complilar la Fe Reformada en un Credo. Gracias damos a Dios por su misericordia, y gracias por sus escritos. Desde el Junko, en Venezuela, y fuerte abrazo...
Muchas gracias a ambos por sus notas de estímulo desde Venezuela. Alabo a Dios por lo que está haciendo entre Uds.
Pastor Sugel, muchas gracias por escribir este articulo, hace mucho tiempo queria informarme de cómo fue que acabó el puritanismo y como se mantuvo la fe de la cristiandad hasta Spurgeon. De verdad fue muy ilustrativo y de gran bendición.
Se que no es el medio pero quisiera también darle las gracias por esos sermones tan enriquecedores. Yo soy de Colombia pero los escucho desde la red y me alegra el corazon que aun nuestra fe sea predicada tan fielmente!
La gloria sea para el Señor Jesucristo. Con muchisima alegría: Giselle, hermana en Cristo
Gracias por su comentario y su nota de aliento. Aprovecho para animarla a visitar la nueva direccion del blog:
http://www.todopensamientocautivo.com/
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