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martes, 20 de octubre de 2009

¿Se puede comprar el perdón de los pecados?

A pesar de que varios factores se conjugaron para dar inicio a la Reforma Protestante, el factor detonante fue la venta de indulgencias, que en la época de Lutero había alcanzado proporciones alarmantes.

Según la teología de la Iglesia Católica Romana, por medio del bautismo la persona experimenta la regeneración espiritual, con el perdón total de los pecados y de toda la pena merecida por ellos. Pero una vez la persona es bautizada, los pecados que comete a partir de ese momento adquieren una malicia especial pues, como señala el ex – sacerdote Francisco Lacueva, “ya no es un enemigo el que peca, sino un amigo y un hijo, redimido por la sangre de Jesús, lo cual equivale a pisotear la Cruz de Cristo y caer en el estado anterior a la salvación”.

Así que, a pesar de que en el sacramento de la penitencia se perdona la culpa y la pena eterna debida a los pecados “mortales”, aún permanece, dice Roma, la pena temporal por los pecados ya perdonados. Y ¿cómo puede ser expiada esa pena temporal? Uno de los medios, dice Roma, es a través de las indulgencias.

En The Catholic Encyclopedia se define indulgencia como “la remisión del castigo temporal a causa del pecado, la culpa del cual ha sido perdonada”. Esa remisión es posible en virtud del llamado “tesoro de méritos y satisfacciones de Cristo, de María y de los santos”, del cual el Papa es el administrador soberano. De acuerdo con esta doctrina, los santos tienen un superávit de méritos, suficientes para ellos y para otros; haciendo uso de ese superávit se puede cancelar algunos o todos los castigos que el pecado merece.

Aunque Tomás de Aquino enfatizó el hecho de que las indulgencias no constituían en sí mismas el perdón de los pecados, sino que implicaban únicamente la remisión de las penas eclesiásticas y los tormentos del purgatorio, los predicadores de indulgencias no siempre daban tantas explicaciones. En 1477 el Papa Sixto IV confirmó que las indulgencias podían aplicarse también a los difuntos.

Como la guerra contra los turcos y la construcción de la Basílica de San Pedro requerían de una enorme cantidad de dinero, en los días del Papa León X la Iglesia recurrió a una gran venta de indulgencias, concediendo exclusividad en el Imperio Germánico a los dominicos.

Y es así como en Octubre de 1517 llegan estos vendedores a Wittemberg, concediendo indulgencias hasta por pecados que no habían sido aún cometidos. De estos vendedores, uno de los más destacados fue Juan Tetzel, de quién nos ocuparemos, Dios mediante, en nuestra próxima entrega.


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