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jueves, 22 de octubre de 2009

El sacerdote Martín Lutero llega a Wittemberg y comienza a entender el evangelio

El 17 de Agosto de 1505 un joven de casi 22 años, graduado en leyes y a punto de comenzar su licenciatura en la universidad de Erfurt, llegó al monasterio de la orden de los Eremitas Agustinos porque había decidido hacerse monje y así encontrar la paz con Dios. Se llamaba Martín Lutero. Una vez admitido en el monasterio se dedicó con empeño a sus estudios, de manera que muy pronto sus superiores lo seleccionaron para el sacerdocio, oficio que asumió luego de su primera misa el 2 de mayo de 1507.

Pero otro cambio trascendental habría de ocurrir en su vida al año siguiente. El vicario general de la orden de los agustinos en Alemania, Juan Staupitz, había puesto sus ojos en él para llevarlo a Wittemberg, donde Federico el sabio, príncipe de Sajonia, había fundado una universidad bajo su dirección en 1502.

El deseo de Federico era que Wittemberg llegara a ser la mejor universidad de Alemania, por lo que estaba tratando de reclutar a los profesores más dotados. Allí obtuvo Lutero su Bachillerato en Teología en 1509 y en 1512 su Doctorado, siendo designado como el nuevo catedrático de Biblia y Teología de la universidad. Por otra parte, su habilidad como maestro comenzó a ser reconocida, de manera que en 1514 fue nombrado como pastor de la iglesia de Santa María, en el centro de la ciudad.

Pero lo que realmente revolucionó su vida fue el estudio de la Biblia, sobre todo la epístola de Pablo a los Romanos, donde encontró la siguiente declaración: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (1:17).

En un principio Lutero quedó muy sorprendido con estas palabras: ¿Por qué Pablo conectaba en este texto la buena noticia del evangelio con la justicia de Dios? ¿Acaso no demanda esa justicia que el pecador sea castigado por sus pecados? Por otra parte ¿cómo es eso de que el justo vivirá por la fe? ¿No había sido él enseñado desde niño que debía acumular méritos a través de las buenas obras para poder salvarse?

Finalmente Lutero comprendió por el estudio de la Biblia que esa justicia es la que Dios imparte a los pecadores por medio de la fe en Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo (Romanos 4:4-5, 5:1; 10:3-4; Efesios 2:8-9). Este monje finalmente entendió que la paz con Dios que tanto ansiaba no dependía de sus méritos, sino de los méritos de Aquel que siendo Dios se hizo Hombre para morir en una cruz por la salvación de Su pueblo. El resto es historia.


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