¿Es posible que Barack Obama sea el Anticristo?

Por Sugel Michelén

El 30 de Julio pasado fue posteado un vídeo en You Tube, de apenas 4 minutos y 51 segundos, que sugiere la posibilidad de que el actual presidente de EUA, Barack Obama, sea el temible Anticristo del que habla la Biblia. Y ¿cómo llegan a esta sorprendente conclusión? A través de una también sorprendente gimnasia exegética.

El argumento gira en torno al pasaje de Lucas 10:18, donde el Señor dice a Sus discípulos: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo”. Según el vídeo en cuestión, que a la fecha ha sido visto más de 125,000 veces, aunque el evangelio de Lucas fue escrito en griego, es muy probable que Cristo haya pronunciado esas palabras en Arameo, una rama de las lenguas semíticas que incluye el hebreo antiguo.

En el texto griego, la palabra que se traduce como “rayo” en español es astrape y su equivalente en Hebreo es baraq. Mientras que la palabra “cielo”, que en griego es ouranos, según los autores del vídeo, también significa “lugares altos”, expresión que en hebreo es bamah.

Esa coincidencia de sonido es suficiente para llegar a la conclusión de que el texto de Lucas 10:18 puede estar sugiriendo que Barack Obama sea el anticristo, sumando así el nombre del actual presidente de los EUA a la larga de lista de nombres que han sido identificados en la historia como el terrible personaje escatológico; entre los cuales podemos citar a Adolfo Hitler, Benito Mussolini, Franklyn Roosevelt, John F. Kennedy, Ronald Reagan, Henry Kissinger, Saddam Hussein, Moshe Dayan, Anwar Sadat, Mikhail Gorbachev (por la sospechosa marca que tenía en la frente), por solo citar algunos de los candidatos del siglo XX.

Pero el texto de Lucas 10:18 no habla del Anticristo, sino de la victoria que los discípulos tuvieron contra el reino de Satanás en el contexto de su misión evangelizadora que acababa de concluir (ver el contexto en Lucas 10:1-12 y 17-20). El tema del Anticristo es totalmente ajeno al pasaje.

Por otra parte, si comenzamos a interpretar la Biblia como si fuera un libro en clave, buscando equivalencias del griego al hebreo y del hebreo a los idiomas actuales (no solo al inglés, sino también al español, al alemán, al francés o a cualquier otro idioma moderno) podríamos ser capaces de probar con la Biblia casi cualquier cosa.

Este tipo de propaganda promueve que los creyentes usen la Biblia como un libro de pistas escondidas, en vez de obedecer los mandamientos y principios claramente revelados y que no hay que “decodificar”; a la vez que contribuye a que personas antagónicas al evangelio se ensañen aún más contra los cristianos tildándolos de fanáticos religiosos, capaces de creer cualquier teoría por absurda que sea.

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