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lunes, 3 de agosto de 2009

Elegidos para salvación “desde antes de la fundación del mundo”

Por Sugel Michelén

Actualmente estoy impartiendo el curso de Teología Propia (Doctrina de Dios) a un grupo de pastores y líderes de iglesias diversas, y uno de los temas que más frecuentemente sale a colación en el tiempo de preguntas y respuestas es el de la elección divina. ¿Ha elegido Dios a todos aquellos que se han de salvar o a final de cuentas la salvación depende de la elección del pecador?

Uno de los textos clave del NT con respecto a la doctrina de la elección es Efesios 1:3-6. Pablo nos dice allí que todas las bendiciones espirituales que hemos recibido de la mano de Dios han venido a nosotros de acuerdo a Su plan eterno de salvación.

Él nos bendijo con toda bendición espiritual “según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo”. Él nos bendijo “en conformidad con el hecho” (esa es la idea de la palabra que RV traduce como “según” en el vers. 4) de que nos escogió conforme a un plan que Él trazó en la eternidad.

Muchos crujen sus dientes contra esta doctrina; se sienten profundamente molestos cuando nos escuchan hablar de un Dios soberano que hace todas las cosas según el designio de Su voluntad. En otras palabras, no soportan la idea de que de que Dios ejerza Su prerrogativa de ser Dios.

Y es que pocas doctrinas de la Biblia aplastan tan rotundamente el orgullo y la soberbia del hombre que esta doctrina. La Biblia enseña con toda claridad que nuestro Dios es soberano, y que antes de la fundación del mundo Él escogió libremente a un grupo de personas para salvación, y a los otros los dejó sumidos en su justa condenación.

Y es obvio que Pablo no pensaba que esta doctrina solo debía ser estudiada en un seminario teológico. Esta carta fue escrita a una iglesia, compuesta por hermanos comunes y corrientes, quienes debían unirse a Pablo bendiciendo a Dios y alabando Su nombre, por haberlos escogido, predestinado para salvación desde antes de la fundación del mundo.

“Escoger” significa “hacer una selección”. Esta palabra se usa en Lc. 6:13 para hablar de la selección que hace Cristo de los doce apóstoles. Ellos no decidieron ser apóstoles de Cristo; Cristo los seleccionó soberanamente de entre la multitud que lo seguía, para ser Sus apóstoles (comp. Jn. 15:16).

En cuanto a la palabra “predestinación”, es la traducción del vocablo griego “proorizo”, palabra compuesta de “pro” que significa “de antemano”, y “horizo” de donde proviene nuestra palabra “horizonte”. El horizonte es la línea que divide el cielo de la tierra. De manera que la idea de esta palabra es “trazar un límite de antemano”.

Soberanamente Dios trazó una línea demarcadora en la raza humana, y a algunos los destinó de antemano para ir al cielo. Podemos revelarnos contra esta verdad de las Escrituras, pero es imposible evadir el hecho de que eso es lo que la Biblia enseña (comp. Rom. 8:28-30; 9:16; 11:32-36).

El punto que debemos determinar aquí es ¿quién está en las manos de quién? ¿Es Dios quién está en las manos del pecador, o es el pecador que está en las manos de Dios? La Biblia enseña con toda claridad que es el pecador quien está en las manos de Dios, y no al revés. Veamos lo que Pablo nos enseña en este pasaje con respecto a la elección.

La base de la elección. “Según nos escogió en Él”. Cuando Dios nos incluyó en Su plan soberano Él sabía que no merecíamos ser incluidos. Pero Cristo se comprometió de antemano a pagar completamente nuestra deuda. De no haber sido por la segunda Persona de la Trinidad nunca habríamos sido parte del plan redentor de Dios.

El momento de la elección: “desde antes de la fundación del mundo”. En otras palabras, esta selección se hizo en la eternidad. Antes del inicio del tiempo, antes de la creación de todas las cosas, Dios nos incluyó soberanamente en Su plan de redención.

El propósito de la elección. ¿Para qué nos escogió Dios? Pablo responde dos cosas: por un lado nos dice que Dios nos escogió “para ser santos y sin mancha delante de Él”. No fue que Él vio algo bueno en nosotros y por eso nos escogió, no. Él nos vio más bien en nuestro pecado, en nuestra impiedad, y nos escogió para hacernos santos (comp. Ef. 2:1-3 y 1P. 1:1-2). La santidad es un fruto de la elección, no su causa.

El mejor comentario de este texto es el que encontramos en la carta de Pablo a Tito (2:11-14). Dios el Padre nos escogió, y Dios el Hijo murió en una cruz, para que nosotros fuésemos un pueblo santo, un pueblo de hombres y mujeres apartados para Dios, viviendo bajo los principios de Su voluntad revelada.

Pero Pablo nos dice también que fuimos escogidos, predestinados en amor, “para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo”. Hoy día, cuando hablamos de adopción pensamos de inmediato en niños pequeños, pero en el tiempo de Pablo no se solían adoptar bebés, sino personas adultas. Si un hombre rico no tenía herederos, buscaba una persona que fuese digna a quien dejarle toda su herencia, y lo adoptaba como su hijo. De inmediato esa persona tenía derecho sobre todos los bienes del hombre rico.

Y eso es lo que Pablo tiene en mente cuando habla aquí de adopción. Nosotros somos ahora hijos de Dios, con todos los derechos filiares de un hijo, porque Dios nos adoptó. Sólo que cuando Dios decidió hacer eso nosotros no éramos dignos herederos Suyos. Por eso primero nos justificó, poniendo en nuestra cuenta la justicia perfecta de Cristo, y luego nos adoptó ahora que hemos sido perdonados.

Y una vez más Pablo nos dice que todo eso ocurrió en Jesucristo. En virtud de la obra redentora de Su Hijo, que nos es aplicada por la fe, el Juez de toda la tierra nos declara “sin culpa”, y luego nos recibe como hijos en Su familia y nos concede liberalmente un sinnúmero de beneficios, porque ahora Él es nuestro Padre y nosotros somos Sus hijos.

La razón de la elección: “… según el puro afecto de Su voluntad” (vers. 5). La elección de Dios no fue arbitraria o caprichosa. Una decisión arbitraria es aquella que se toma sin razón alguna. Pero en el caso de Dios, Él sí tenía una razón para escogernos, solo que esa razón se encuentra en Él, no en nosotros.

Él nos escogió conforme a Su benevolente soberanía, por Su bondad que es santa y que no posee motivos impuros en ella. Eso es todo lo que nos ha sido revelado al respecto, y por lo tanto, es todo lo que debemos decir por ahora. Dios se deleitó en amarnos desde antes de la fundación del mundo, y conforme a ese amor soberano nos eligió. Por eso dice en el vers. 5 que fuimos predestinados en amor.

El propósito final de la elección: “para alabanza de la gloria de su gracia” (vers. 6). La meta final hacia la cual se mueve todo lo antes dicho es el reconocimiento en adoración (eso es alabanza) de la excelencia divina (eso es gloria) manifestada en favor de los indignos (eso es gracia).

Como bien señala Hodge: “El propósito de la redención es exhibir la gracia de Dios de una manera tan eminente que llene todos los corazones de sobrecogimiento y todos los labios de alabanza”.

Y una vez más, Pablo conecta todo esto con la persona de Cristo: “con la cual nos hizo aceptos en el amado” (vers. 6b); literalmente el texto dice que esa gracia nos fue bondadosamente conferida, gratuitamente impartida sobre nosotros “en el Amado”. Dios el Padre ama a Su Hijo, con un amor eterno e inalterable, y nosotros estamos en Él. En virtud de esa unión, nosotros somos ahora el objeto del amor del Padre, y beneficiarios de todas Sus bendiciones.

Y a la luz de todo esto yo me pregunto, ¿acaso existe un privilegio más grande que ser cristiano? ¿Es que acaso hay algo que sea más glorioso que conocer a nuestro Señor Jesucristo, y tener nuestra vida escondida en Él? Nuestro Dios nos ha bendecido “con toda bendición espiritual”; nosotros somos ahora los beneficiarios de las riquezas de Su gracia, somos coherederos de Dios juntamente con Cristo, y algún día entraremos en el disfrute pleno y eterno de esa herencia. Y todo eso porque Dios, de pura gracia, nos amó cuando no había nada digno en nosotros que nos hiciera merecedores de ese amor.

© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

6 comentarios:

Juan Angel Sánchez dijo...

Sr, Sugel,
Agradeceria me ayudara con la siguente pregunta ¿Puede alguien saber con seguridad que no es un elegido? Uno puede llegar a pensar que aún cuando ha rendido su vida a Cristo tal vez no es un elegido. Ya que uno procura obedecer a Dios a veces sin exito pues tropieza diario, batallando dia a dia con el pecado, porque no cumple con todos los requisitos o evidencias de salvación o que no se ven reflejados en la vida de uno, y que tal vez aun queriendo ser salvo no es posible porque a causa de la soberania de Dios no ha sido uno elegido, ¿que puede hacer uno? ¡el tan solo pensarlo causa vertigo! ¿no hay esperanza?
Definitivamente mi vida ha cambiado, y definitivamente no pienso regresar al mundo ni a mi antigua vida de pecado, ¿entonces para donde se hace uno? ¿si se pierde la esperanza en ambos sentidos (en el mundo o en la vida eterna con Dios)?. Aún cuando profundizo cada vez mas en la palabra, me reconozco ignorante de muchas cosas sobre la Escrituras, he buscado respuestas a esta inquietud pero ninguna me ha dado paz, ya que aun en la iglesia te predican que aunque asistas tal vez no seas cristiano, ¡y esto me causa pavor!

¡Agradeceria mucho su ayuda!

Sugel Michelén dijo...

Alguien escribió una pregunta sobre la seguridad de salvación, pero no incluyó su correo electrónico. Como no sé si la intención era que ese comentario apareciera posteado en el blog para que el público pudiera leerlo, decidí no incluirlo; pero si pudiera escribirme a mi correo electrónico directamente (sugelmichelen@gmail.com) pudiera responderle su inquietud. Gracias.

Sugel Michelén

LeMS dijo...

Gracias Hermano...Excelente Comentario....

att. LeMS

Lewis Almonte Hernandez dijo...

Gracias hermano Sugel.

Por la edificación del Pueblo de Dios por este desarrollo de esta doctrina tan cardinal.

Dios te bendiga.

LAH

Una Sola Carne dijo...

Gloria a Dios por Usted Pastor!

Tremendo desglose de un excelente versículo. Estaba que saltaba de gozo al leerlo, elocuentemente articulo muchas de mis convicciones sobre el tema. Una de mis frases favoritas, que la usare mucho, es que "La santidad es un fruto de la elección, no su causa." Y para hermano Juan Bracho, le ofrezco mi humilde opinión;
El que NO tiene problemas con el pecado, es porque esta en pecado. Esas inquietudes, y el simple hecho de que Dios en su soberanía te tiene leyendo el blog de este siervo, y te tiene también haciendo esas preguntas, afirma tu salvación. Si no fueras salvo no tuvieras haciendo preguntas así.
Sumergete en la Palabra y el todos los que nos ayudan a comprenderla mejor, como este siervo, y veras que "la fe viene por el oír, el oír La Palabra de Dios"!!!

Edwin Dominguez
Soli Deo Gloria

Hablemos Verdad dijo...

Hermano Sugel estoy de acuerdo con este estudio bíblico, solo una duda, ¿como se interpreta este verso?

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
(2Pe 3:9 RV60)

Algunos dicen que aquí se esta hablando al referirse a "todos" a aquellos que son elegidos; yo creo que la salvación no se pierde; pero si estos "todos" son elegidos, entonces como puede Dios querer que no "mueran o perezcan" un grupo entre los todos, si supuestamente no se pueden perder ya que son elegidos para salvación?

¿O sea Dios no quiere que nadie muera; pero al final mueren porque no son elegidos? Pareciera ser contradictorio el argumento; pero eso dicen algunos.

Necesito su opinión al respecto, Gracias.