“Él puede hacerte sentir tu tema hasta que te emociones, o te deprimas por él hasta ser aplastado hasta la tierra, o que te eleve hasta que seas llevado sobre las alas de águila, haciéndote sentir, además de tu tema, tu objetivo, hasta que añores la conversión de los hombres y la edificación de los cristianos con algo más noble de lo que habían conocido hasta entonces. Al mismo tiempo, otro sentimiento es contigo, un intenso deseo de que Dios sea glorificado a través de la verdad que estás impartiendo. Estas consciente de una profunda simpatía hacia las personas a quienes estás hablando que te hace llorar por algunos de ellos porque conocen tan poco, y por otros porque han conocido mucho y lo han rechazado. Miras a algunas caras y tu corazón dice en silencio: ‘El rocío esta cayéndose allí’; y volviéndote a otros percibes con tristeza que son como la montaña sin rocío de Gilboa. Todo esto estará pasando durante el discurso. No podemos decir cuántos pensamientos atraviesan la mente durante un momento. Yo conté una vez ocho grupos de pensamientos pasando por mi mente al mismo tiempo, o al menos en el espacio de un mismo segundo. Estaba predicando el evangelio con todas mis fuerzas, pero no pude dejar de compadecerme de una señora que evidentemente estaba a punto de desmayarse, y también buscar al hermano que abre las ventanas para que nos diera un poco más de aire. Estaba pensando en la ilustración que omití en el primer encabezado… preguntándome si la persona A sintió mi reprimenda, y orando porque la persona B pueda ser confortada por la consoladora observación, y al mismo tiempo dándole gracias a Dios por mi disfrute de la verdad que estaba proclamando. Algunos interpretes consideran al querubín con sus cuatro caras como emblemas de los ministros, y les aseguro que no veo diferencia en esta forma cuádruple, porque el sagrado Espíritu puede multiplicar nuestros estados mentales, y hacernos muchas veces los hombres que somos por naturaleza. No me atrevo a decir cuánto él puede hacer de nosotros y cuan grandiosamente nos eleva, ciertamente, el puede hacer mucho mas abundantemente de lo que pedimos o aun pensamos”.
viernes, 5 de marzo de 2010
Cita de Spurgeon sobre la obra del Espíritu Santo en la predicación
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