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martes, 29 de junio de 2010

El evangelio es un mensaje acerca de Dios

Hay tanta confusión hoy día con respecto al evangelio, aún en las iglesias que se denominan evangélicas, que bien vale la pena detenernos a considerar en qué consiste realmente el mensaje del evangelio. Y eso es lo que quisiera hacer en los próximos días, comenzando por el hecho de que el evangelio es un mensaje acerca de Dios.

Esto puede sonar muy obvio para algunos, pero este es el punto de partida obligado para comprender el contenido del evangelio.

Pensemos por un momento en los beneficios que el pecador obtiene a través del evangelio. El evangelio de Cristo nos habla de perdón, ese es un punto focal del evangelio, pero ¿qué sentido tendrían esas palabras si quitamos a Dios del escenario? Es a Dios a quien el hombre ha ofendido, y por tanto es con El que el hombre tiene que reconciliarse.

El pecado es una ofensa contra Dios, la justificación es la declaración legal que Dios hace de que nuestros pecados han sido perdonados, de que hemos sido aceptados por El como justos en Su presencia. La adopción nos habla de ser aceptados como hijos dentro de la familia de Dios.

Ninguno de esos beneficios del evangelio tiene sentido hasta tanto no los veamos en relación con la persona de Dios. El evangelio es un mensaje acerca de Dios, de un Dios santo y justo que ha sido ofendido en su santidad y en su justicia por el hombre que ha creado; de un Dios que ha provisto el remedio para ese terrible mal.

Si echamos a un lado ese punto de referencia el evangelio ya no tiene sentido. Cristo no vino al mundo a enseñarnos algunas reglas de moral y de decencia. El vino a reconciliarnos con Dios (Col. 1:21-22). He ahí el verdadero problema del hombre: estamos enemistados con Dios y necesitamos reconciliarnos con Él.

Por eso no podemos predicar eficazmente el evangelio sin tomar la Persona de Dios como punto de partida, un Dios que es presentado en la Escritura no solo como perfecto en amor y bondad, sino también perfecto en santidad y justicia. Si no se posee una imagen adecuada de Dios, tal como El se nos revela en las Escrituras, no podremos comprender la esencia del evangelio.

Es por eso que cuando Pablo predicó el evangelio en Atenas lo primero que hace es corregir los conceptos equivocados que estos hombres y mujeres tenían de Dios.

Pueden leer su mensaje en los versículos 22-31 del cap. 17 de Hechos, pero podemos resumir el sermón de Pablo con estas palabras: “Hay un Dios en los cielos, a quien vosotros no conocéis, el único Dios verdadero; ese Dios es soberano, y vosotros algún día compareceréis ante su presencia para dar cuenta de vuestros pecados. Ese Dios no os necesita, atenienses, porque Él fue quien hizo el mundo y quien lo sostiene”.

Si Pablo hubiese llegado a Atenas diciendo simplemente: “Dios es amor, y envió a Su Hijo a morir por nuestros pecados”, se arriesgaba a que estos hombres distorsionaran por completo el mensaje del evangelio, por cuanto esos hombres paganos tenían una visión distorsionada de Dios.

Así que lo primero que hace es corregir esa distorsión: Dios hizo el mundo, el mundo necesita de Él, pero El no necesita al mundo. Estos atenienses habían hecho un sinnúmero de estatuas y de templos; sus dioses debían ser cargados por ellos en procesiones; pero el Dios que Pablo predicaba era distinto.

De Él dependemos y contra Él hemos pecado. Y ¿qué es lo que ese Dios demanda de nosotros? Vers. 30: ese Dios manda a todos los hombres, en todo lugar, que se arrepientan.

Así que Pablo llegó a esta ciudad predicando un mensaje cuyo punto de partida era el Dios infinitamente santo y justo, creador de los cielos y de la tierra, ante Quien el hombre es responsable de sus acciones.


© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

1 comentario:

Penn Tomassetti dijo...

Gracias por estes pensamientos. Es muy importante que hablemos de Dios como el foco del evangelio siempre. Muchas gracias por este recordatorio.