Una de las grandes amenazas que enfrentamos en esta era cibernética es el robo de identidad.
Si alguien tiene acceso a tu computadora personal y te roba tu nombre, y tu clave de acceso bancario, o de tu cuenta personal en Amazon, por ejemplo, esa persona puede asumir tu identidad y hacerte un daño enorme. Puede transferir dinero de tu cuenta a la suya, o hacer compras por Internet como si fueras tú. Es terrible que alguien asuma nuestra identidad.
Sin embargo, eso es exactamente lo que ocurre cuando una persona viene a ser cristiana. La razón por la que nos llamamos “cristianos” es debido al hecho de que nosotros hemos asumido la identidad de otra Persona: nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.
De manera que en el trono celestial nosotros tenemos una identidad diferente a aquella con la cual nacimos, una identidad que no nos hemos ganado, y que tampoco nos hemos robado, sino que se nos otorgó como un regalo de pura gracia.
El Dios del cielo ahora nos ve en Cristo, y nos invita a hacer uso de todos los beneficios espirituales que conlleva el hecho de tener esa nueva identidad.
Nuestra vida está escondida con Cristo en Dios, dice Pablo en Col. 3:3-4. Estamos en una posición completamente distinta a la que teníamos antes de ser creyentes, desde el punto de vista espiritual (comp. Col. 3:1). Hemos muerto con Cristo y hemos resucitado con Él, de tal manera que ahora Él es nuestra vida. Eso es lo que implica ser cristianos.
Y la única manera en que podemos avanzar en nuestra vida espiritual, es teniendo un entendimiento cada vez más claro de ese hecho y vivir en consecuencia.
© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.
jueves, 22 de julio de 2010
Nuestra identidad como cristianos
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