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martes, 13 de julio de 2010

La Reforma en Inglaterra: desde Eduardo VI a María Tudor


Clase de Escuela Dominical, Historia de la Reforma, del domingo 11 de Julio (2da parte).

En el post anterior vimos el comienzo de la Reforma en Inglaterra durante el reinado de Enrique VIII. Hoy continuamos con la historia desde el reinado de Eduardo VI hasta el de María Tudor.

Eduardo VI, el pequeño Josías inglés

Enrique VIII había dejado la educación de sus hijos Isabel y Eduardo, a cargo de Catherine Parr, y de tutores excelentes, los cuales eran evangélicos.

Eduardo subió al trono de Inglaterra cuando apenas tenía nueve años de edad, por lo que el poder quedó en manos de dos regentes: Eduardo Seymour, Duque de Somerset, y John Dudley, quien fue luego nombrado Duque de Northumberland. Ambos estaban interesados en continuar el proceso de “protestantización” por temor al regreso del catolicismo y, consecuentemente, la pérdida de ingresos para el gobierno.

Durante su reinado se publicó el Libro de Oración Común, redactado primordialmente por Cranmer, que regulaba la liturgia de la iglesia anglicana y resumía sus principales artículos de Fe. De este modo aseguraban que los cultos se celebrasen en inglés y que fueran más evangélicos en contenido.

Para aquellos clérigos que no tenían la capacidad de preparar sus propios sermones, se publicó un libro de homilías, los cuales explicaban claramente la doctrina de la justificación por la fe. A partir de ese momento vino a ser claro que los ministros que la iglesia de Inglaterra estaba buscando no eran sacerdotes capaces de celebrar la misa, sino predicadores capaces de la Palabra de Dios.

Como era de esperarse, Inglaterra se convirtió en un refugio para los creyentes que huían de la Europa continental por causa de su fe, sobre aquellos que habían sido influenciados por Calvino y por Zwinglio.

Pero Eduardo fue un niño extremadamente enfermizo; algunos creen que sufría de sífilis o de tuberculosis congénitas. Sin embargo, eso no impidió que recibiera una excelente educación. A los 7 años era capaz de hablar en latín; también aprendió alemán y griego, de tal manera que a los 13 años ya podía traducir en este último idioma.

Finalmente Eduardo sucumbió a la enfermedad; pero antes de morir dispuso la línea de sucesión, por cuanto no deseaba que su hermana María, de religión católica, fuese coronada reina. Eduardo escogió como sucesora a Frances Grey, sobrina de Enrique VIII; pero ésta declinó a favor de su sobrina Juana Grey.

Cuando Eduardo murió, el 6 de Julio de 1553, a la edad de 15 años, su muerte se mantuvo en secreto por unos días, para dar tiempo de preparar la sucesión. La nueva reina fue coronada el 10 de Julio y, aunque las autoridades le juraron fidelidad, el pueblo no estaba conforme con esta elección.

María aprovechó esta coyuntura y, el 19 de Julio, entró en la ciudad de Londres reclamando la corona. Juana se vio obligada a abdicar, siendo ejecutada unos meses más tarde, en 1554.

Una nota curiosa es que varias veces se rumoró que Eduardo VI estaba vivo, y varias veces, tanto en el reinado de María como en el de Isabel, aparecieron impostores suplantando su identidad. El novelista Mark Twain se basó en este hecho para su novela “Príncipe y Mendigo” (1882), en la que Eduardo VI intercambia su identidad con un joven da baja condición social.

María Tudor (la sanguinaria)

Como era de esperarse, al ascender al trono María volvió a implantar el catolicismo en Inglaterra y desató tal persecución contra los protestantes ingleses que ha sido conocida en la historia como “María la Sanguinaria”. Alrededor de 290 personas fueron quemadas en la hoguera o muertos por otras torturas. Entre los mártires más conocidos de su reinado están Hugh Latimer, Nicholas Ridley y Tomás Cranmer.

Este último había firmado una retractación y estaba supuesto a declarar públicamente su regreso al catolicismo. Pero en vez de hacer eso, se retractó de su retractación con estas palabras: “¡Hay un escrito contrario a la verdad que ha sido publicado, y que ahora repudio porque fue escrito por mi mano contra la verdad que mi corazón conocía! [...] Y puesto que fue mi mano la que ofendió, al escribir contra mi corazón, mi mano será castigada primero. Cuando esté yo en la pira, será ella la que primero arderá.”

Y así lo hizo; dejó la mano en el fuego hasta que se carbonizó. Ese acto de valor hizo que las personas olvidaran sus antiguas flaquezas, y Cranmer fue considerado como un héroe nacional.

Las Biblias fueron removidas de las iglesias, los clérigos que se habían casado fueron separados de sus esposas; en fin, se hizo todo lo posible por sepultar cualquier vestigio de protestantismo en Inglaterra.

Durante el reinado de María muchos cristianos huyeron al Continente, donde entraron en contacto con teólogos calvinistas y adquirieron un entendimiento más claro de las enseñanzas bíblicas. Por otra parte, el extremismo de la reina provocó entre los ingleses una creciente reacción en contra del catolicismo. A pesar de todo el esfuerzo de María, 20 años de enseñanza bíblica no podían desvanecerse tan fácilmente.

Uno de los grandes problemas de María era que necesitaba un heredero que continuara su obra. Ella escogió como esposo a un enemigo implacable del protestantismo, Felipe II de España, hijo de Carlos I de España (Carlos V como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico).

Esta no fue una buena decisión, por cuanto el pueblo inglés no quería ver una inquisición católica como la de España operando en Inglaterra. Su asociación con Roma y España provocó que el pueblo inglés mirara a sus mártires como patriotas. El contrato matrimonial estipulaba que si María moría primero que Felipe, éste renunciaba a todos los derechos al trono inglés. Felipe se mantuvo ausente gran parte de su reinado, sobre todo a partir del 1156 cuando su padre, Carlos I, abdicó en él la corona de España.

A la muerte de María, el 17 de Noviembre de 1558, Inglaterra no la lloró; y dado que no tuvo hijos, le sucedió en el trono su media hermana Isabel, la hija de Ana Bolena.

La semana próxima, si el Señor lo permite, continuamos con el resto de la historia, a partir del reinado de Isabel I.


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