La semana pasada comencé a postear algunas ideas que hemos estado compartiendo en nuestra iglesia sobre la decadencia espiritual, por la enorme importancia de este tema para todo verdadero creyente. Mi deseo es que estas notas puedan ayudar a algunos a hacer un examen honesto de su condición delante de Dios para que pueda corregir lo deficiente y continuar corriendo la carrera con los ojos puestos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe.
Ahora bien, la Escritura nos dice que el corazón del hombre es engañoso. No se trata de una tarea fácil la de escudriñar el corazón, sobre todo tomando en cuenta todas las sutilezas que el pecado usa para engañarnos y la tendencia que todos tenemos a justificarnos a nosotros mismos.
Es por esa razón que muchos creyentes comienzan a declinar en su fe sin darse cuenta y cuando vienen a despertar ya están sumidos en una condición deplorable.
A los ojos de todo el mundo parece que las cosas están marchando bien; y aún el mismo creyente puede pensar que su vida espiritual está desarrollándose con normalidad, cuando lo cierto es que está comenzando a alejarse del Señor y a declinar espiritualmente.
A la luz de esa realidad, toda persona que profese ser creyente debe conocer cuáles son los síntomas de que ese proceso de decadencia espiritual está comenzando en nosotros. Porque si descubrimos ese proceso en sus inicios será más fácil detenerlo y erradicar el mal.
En un libro titulado, La Declinación Personal y el Avivamiento de la Religión en el Alma, Octavius Winslow enumera algunos de los síntomas de un creyente que ha comenzado a decaer espiritualmente. En primer lugar…
Ese estado de decadencia espiritual se caracteriza, no por una declinación marcada en nuestra percepción de la verdad, sino en la ausencia de gozo y deleite espiritual.
Este creyente continúa teniendo percepción de la verdad, puede definir los puntos principales de su fe, y explicar teológicamente la interrelación de cada uno de ellos, así como la importancia de tales doctrinas. Pero aun así no está experimentando el gozo y el deleite que deben producir tales doctrinas en el corazón.
Dice Winslow al respecto: “El juicio no habrá perdido nada de luz, pero el corazón sí habrá perdido mucho de su fervor; las verdades de la revelación, especialmente las doctrinas de la gracia, ocuparán la mismo posición que tenían antes... pero aun así la influencia de estas verdades serán escasamente experimentadas”.
No son esas verdades de las Escrituras las que mantienen su alma confiada, tranquila y gozosa en el Señor. Y allí está ese creyente, cantando junto con todos los demás en el culto de adoración acerca de la majestad de Cristo y de su obra redentora.
Con su mente él está captando perfectamente el significado de cada una de sus palabras, pero su corazón no reacciona con el gozo y la confianza que esas verdades deberían producir en un verdadero hijo de Dios.
Los hermanos que están a su lado no pueden darse cuenta de que algo no anda bien, porque este individuo está haciendo exactamente lo mismo que están haciendo todos los demás. Él no ha llegado a ese estado tan profundo de deterioro donde el creyente ya ni canta. No; él sigue cantando, pero su corazón no está involucrado en esa actividad de alabanza (comp. Mt. 15:8).
Alguien ha dicho muy acertadamente que la religión que no se deleita en Dios no es religión verdadera. Si has llegado al punto en que no encuentras deleite en Dios y en Su verdad revelada; aunque conozcas tales verdades, y tu mente siga creyendo en ellas, debes saber que estas comenzando a padecer de decadencia espiritual.
Ésa puede ser la razón por la que a algunos se les hace tan difícil continuar conectados con la Palabra al final del culto. ¿Saben por qué? Porque de la abundancia del corazón habla la boca, dice el Señor; y como esa Palabra no ha pasado del intelecto, no ha sido almacenada y atesorada en el corazón, se les hace muy difícil continuar hablando de ella.
© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.
lunes, 1 de febrero de 2010
1. Síntomas de decadencia espiritual: Ausencia de gozo y deleite espiritual
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