Los libertarianistas presuponen que nuestras decisiones y acciones son indeterminadas hasta cierto grado. Eso quiere decir que hay un elemento de azar envuelto en ellas.
El libertarianista D. J. Bartholomew dice al respecto: “Sólo en un mundo con incertidumbre real las personas pueden crecer para llegar a ser hijos libres y responsables de su Padre celestial”. En otras palabras, lo que él está diciendo es que las acciones futuras del hombre tienen que ser inciertas, aún para Dios, de lo contrario el hombre no pudiera ser un agente moral verdaderamente libre.
Norman Geisler asume una posición un tanto distinta dentro del mismo libertarianismo: “Los libertarianistas creen que nuestras acciones libres ni son causadas por otros (como en el determinismo) ni son sin causa (como en el indeterminismo). Más bien son auto causadas. De ahí que esta perspectiva algunas veces es llamada auto determinismo”.
Aquí Geisler parece perder el foco de la cuestión. Los compatibilistas también asumen que el ser humano hace sus propias decisiones, las cuales emanan de su propio “yo”. En ese sentido están de acuerdo en que las acciones humanas son auto causadas. El punto es si las circunstancias externas y la constitución del “yo” determinan completamente nuestras decisiones.
De no ser así tendríamos que llegar a la conclusión de que nuestras decisiones son, hasta cierto punto, sin causa, lo cual a su vez implica que envuelven algunos elementos de azar.
El libertarianismo y la naturaleza humana:
1. No puede ser probado.
Es imposible para un ser humano saber con certeza que sus decisiones no fueron determinadas completamente por algunas causas. Es por eso que alguien ha dicho que la creencia en el libertarianismo requiere de omnisciencia. Hay muchas cosas que actúan en nosotros sin que nos demos cuenta.
2. Atenta contra nuestra verdadera libertad:
Si mis decisiones son sin causa y sin razones suficientes, entonces están más allá de nuestro control; y si eso es así, ¿en qué sentido somos seres libres? Como dice el filósofo Richard Taylor: “El concepto que ahora emerge [en el libertarianismo] no es el de un hombre libre, sino de un fantasma errático y movido de un tirón, sin… razón alguna”.
3. Introduce una separación entre lo que hacemos y lo que somos:
Ronald Nash dice: “La mayoría de nosotros creemos que nuestras decisiones reflejan algo de nuestro carácter… Una persona de buen carácter tenderá a hacer buenas decisiones, mientras que una persona de mal carácter no”. Si mis decisiones son descritas como “mi conducta”, yo debo tener control sobre ellas. “Pero los movimientos que son sin causa están bajo el control de nadie”, sigue diciendo Nash.
4. Elimina nuestra responsabilidad:
Como bien señala el teólogo Terrance Tiessen, “la responsabilidad moral requiere que nuestros actos sean intencionales”. Wright dice algo similar: “La misma idea de responsabilidad depende de la causación. Por lo tanto, la teoría del libre albedrío [tal como la plantean los libertarianistas] destruye la responsabilidad en vez de apoyarla”.
5. Nulifica la labor de influir en otros con persuasiones morales o argumentos racionales:
Si los movimientos de la voluntad son sin causa, ¿qué sentido tiene que tratemos de convencer a alguien con persuasiones morales o argumentos racionales para que actúe de otro modo?
El libertarianismo y la persona de Dios:
1. El libertarianismo es irreconciliable con la doctrina bíblica de la soberanía de Dios:
Barthomolew reconoce el problema de la existencia del azar cuando dice: “Pero tal perspectiva… coloca limitaciones en la manera en que Dios puede interactuar con la creación. Esto implica, por ejemplo, que la vasta mayoría de eventos no son directamente planeados por Dios para alcanzar algún fin inmediato y específico”.
Esa perspectiva no concuerda con la información que la Escritura nos da del alcance de la providencia divina (comp. Ef. 1:11; Hch. 4:27-28; Gn. 50:20).
2. El libertarianismo es irreconciliable con la omnisciencia de Dios:
Eso lo tratamos ampliamente en una entrada anterior. “Si nuestras decisiones futuras son inherentemente inciertas – dice John Byl, ¿cómo puede Dios conocerlas de antemano? Si Dios conoce nuestras decisiones de antemano, ¿acaso no implica eso que son totalmente predecibles?”. Comp. Sal. 139:1-6; 1Sam. 23:12; Mt. 11:21.
Mañana, si el Señor lo permite, responderemos algunas objeciones que se levantan contra el compatibilismo, es decir, contra la doctrina que omnisciencia y la soberanía de Dios son compatibles con la libertad humana, tal como la hemos planteado.
© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.
miércoles, 16 de diciembre de 2009
El libre albedrío: Un análisis del libertarianismo
Etiquetas:
compatibilismo,
libertarianismo,
Soberanía de Dios
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