Misión del Blog

Proclamar el señorío de Jesucristo sobre todos los aspectos de la cultura

martes, 24 de noviembre de 2009

¿Por qué sufrimos?


Nuestro hermano Xavi posteó en el día de hoy este breve, pero consolador comentario de Malaquías 3:1-4.

“Yo envío mi mensajero para que prepare el camino delante de mí. Y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis; y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros, ya viene», ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Pero quién podrá soportar el tiempo de su venida? o ¿quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador y como jabón de lavadores. Él se sentará para afinar y limpiar la plata: limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. Entonces será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos” (Malaquías 3:1-4).

Un pastor explicaba que otro pastor explicaba que había oído a un pastor explicando que en un grupo de estudio bíblico a alguien le llamó la atención de forma muy especial la frase del versículo 3 del capítulo 3 del libro de Malaquías donde leemos:
“Él se sentará para afinar y limpiar la plata.”

Llena de curiosidad, aquella persona buscó por toda la ciudad un orfebre (un platero) y cuando, finalmente, lo encontró -sin decirle que lo que le había llevado allí era el interés por un versículo bíblico- le preguntó:
¿Se sienta usted para refinar y limpiar la plata? A lo que el orfebre contestó: Necesito sentarme para que el tiempo del fuego no exceda lo necesario y así asegurarme que la plata no se estropee.

Impresionada con la respuesta, aquella persona empezó a pensar en lo profunda que era la imagen que describe Malaquías al presentarnos a Dios como un orfebre, sentado (no de pié ni de cualquier manera, sino sentado) para afinarnos, limpiarnos y con un cuidado someternos al fuego del sufrimiento para así moldearnos en santidad… en un proceso personal e individualizado.

Aquella persona ya estaba saliendo del taller cuando, de repente, el orfebre le dijo:
Ah, se me olvidaba… el proceso se da por acabado sólo cuando puedo ver de forma clara y nítida mi propia imagen reflejada en la plata que ha sido purificada.

Aún cuando pueda parecer que no tiene ningún sentido, incluso el sufrimiento y las pruebas (en manos de Dios) contribuyen, tal vez incluso más que cualquier otra circunstancia en la vida, para que nuestro carácter vaya siendo formado y moldeado en conformidad a la imagen de Cristo. De manera que aunque el sufrimiento y el dolor puedan parecer no darnos respuestas -o por lo menos no del tipo que querríamos escuchar- por otro lado sabemos según el testimonio de la Palabra que Dios no sólo permite la prueba, sino que también trabaja a través de ella para nuestro bien.

tomado con permiso de kerigma.net

1 comentario:

angela dijo...

Palabras bonitas ;Hay DIOS quien tiene fe pensa siempre en DIOS .
UN ABRAZO.