Decía Martín Lutero que mientras más ama una persona, más se acerca a la imagen de Dios. Eso es exactamente lo que dice el apóstol Juan en su primera carta:
“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (comp. 1Jn. 4:7-8).
¿De dónde aprendió el apóstol Juan esta lección? Del Señor Jesucristo (comp. Jn. 13:34-35; 15:12, 17).
Si hay algo que encontraremos una y otra vez en el NT son exhortaciones a que nos amemos unos a otros:
“Amaos unos a otros con amor fraternal” (Rom. 12:10).
“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros” (Rom. 13:8).
“Todas vuestras cosas sean hechos con amor” (1Cor. 16:14).
“Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gal. 5:14).
“Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros” (Ef. 5:2).
Y así podría seguir citando un texto tras otro. La salud espiritual de un creyente se manifiesta a través de una medida creciente de amor hacia otros. Podemos estar creciendo en otras áreas, pero si nuestro amor está decayendo, no hay duda de que algo no está andando bien en nuestra vida espiritual (comp. 1Cor. 13:1-3).
¿Saben lo que ocurre cuando no estamos experimentando una medida creciente de amor a los demás? Que el pecado irá ganando terreno en nosotros haciéndonos cada vez menos semejantes al Señor Jesucristo (comp. 1Cor. 13:4-7).
Todo creyente debe dedicarse a cultivar la gracia del amor que nos hace cada vez más semejantes al Señor Jesucristo, independientemente del estado de salud espiritual en que se encuentre. Y ¿cómo podemos hacer eso? Donald Whitney nos da algunas sugerencias:
1. Medita en el hecho de que el amor es la marca distintiva más importante del cristiano. Maurice Roberts dice al respecto: “La gracia suprema del cristiano es el amor. El amor es la joya suprema entre las gracias de la vida cristiana. Nosotros lo sabemos – pero continuamente lo olvidamos”.
Medita en eso constantemente; exponte una y otra vez a los textos bíblicos que tratan este tema en las Escrituras, y pídele a Dios que te ayude a crecer en esa área.
2. Deja que tu corazón se inflame con el fuego del amor de Dios. Recuerda que el amor de Dios es la fuente de donde emana nuestro amor por otros (comp. 1Jn. 4:10-11).
3. Descubre la seguridad de que Dios es tu Padre amando como Él ama (comp. 1Jn. 4:7-8).
4. Deléitate en imitar a Dios amando como Él ama (comp. Ef. 5:1-2).
5. Identifica aquellas relaciones donde tienes más necesidad de crecer en amor.
6. Toma la iniciativa de mostrar amor, especialmente amando aquellas personas de las que tienes poca o ninguna expectación de que te amarán a cambio.
© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.
jueves, 29 de abril de 2010
¿Estás creciendo en tu amor por los demás?
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