Una de las primeras cosas que evidencian que estamos atravesando por un problema de salud es la falta prolongada de apetito. Dios colocó en nuestro cerebro ciertos mecanismos que se activan cuando tenemos la necesidad de cubrir los requerimientos energéticos de nuestros cuerpos.
Eso es lo que se denomina como “centro del apetito”, y sus componentes son el centro del hambre y el centro de la saciedad. “Cuando el centro del hambre se estimula, aparece la sensación de apetito, pero si por el contrario el estímulo llega al centro de la saciedad, el deseo de comer se detiene”.
Pero ¿qué sucede cuando una persona necesita comer y no tiene apetito? Que puede estar indicando que algo no está funcionando bien en su organismo. Y lo mismo ocurre con nuestra vida espiritual. Si hay algo que el creyente necesita continuamente es alimentarse de la Palabra de Dios:
“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor” (1P. 2:1-3).
Allí no dice que los creyentes recién nacidos deben desear alimentarse de la Palabra de Dios, sino que los creyentes deben desear esa leche espiritual no adulterada como los niños recién nacidos desean la leche materna.
No importa cuántos años tengan en la fe. Como dice Kistemaker: “Los bebés recién nacidos actúan como si toda su vida dependiera de su próximo alimento”.
Ahora, noten que ese deseo no tiene como meta simplemente que conozcamos el contenido de las Escrituras. La razón por la que debemos alimentarnos de las Escrituras es para que crezcamos espiritualmente. Y es obvio que ese crecimiento se evidenciará en una vida transformada conforme al modelo de nuestro Señor Jesucristo.
Por eso la pregunta de este cuestionario no apunta únicamente al hecho de si estás leyendo la Biblia regularmente. La pregunta es si estás siendo cada vez más gobernado por la Palabra de Dios.
¿Qué tan frecuentemente te encuentras a ti mismo cuestionando qué dice la Biblia con respecto a ciertas áreas específicas de tu vida? ¿Consultas con otros creyentes más maduros que tú cuando no estás seguro de un curso de acción, si es o no es la voluntad de Dios? ¿Cuándo fue la última vez que la predicación de la Palabra produjo cambios permanentes en tu vida?
Escucha lo que dice el salmista en el Salmo 119, y pregúntate si puedes identificarte con él en estos textos: Sal. 119: 44-45 – la ley no era una camisa de fuerza para este hombre, sino el camino de la libertad, 47-48, 97, 113, 127, 162-163).
Pablo expresa algo similar en el NT cuando dice en Rom. 7:22: “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios”.
Octavio Winslow dice al respecto: “Cuando un cristiano profesante puede leer su Biblia sin gusto espiritual, o cuando la escudriña, pero no con un sincero deseo de conocer la mente del Espíritu para un andar santo y obediente, sino simplemente con curiosidad… esa es una evidencia segura de que su alma está experimentando un movimiento de retroceso en la verdadera espiritualidad”.
El creyente que tiene una vida espiritual saludable no se caracteriza por llevar una vida perfecta de obediencia, porque eso es imposible de este lado del cielo; sino por un deseo creciente de conformarse cada vez más a la voluntad de Dios revelada en Su Palabra.
Mientras el incrédulo lucha en el terreno del pecado contra Dios y Sus mandamientos, el creyente lucha en el terreno de Dios contra el pecado. Un creyente que está creciendo espiritualmente es alguien que está siendo cada vez más gobernado por las Escrituras.
Hablando en un sentido práctico, dice Donald Whitney, “te das cuenta de que la Palabra de Dios está teniendo una influencia creciente sobre ti cuando puedes señalar un creciente número de creencia y acciones que han sido cambiadas [en tu vida] debido a la obra de textos específicos de las Escrituras”.
¿Qué hacer si descubres que tu deseo por las Escrituras ha menguado, y con esa falta de deseo por la Biblia también ha menguado la influencia de ella sobre ti?
Déjame darte un consejo: si quieres volver a tener apetito por la Biblia, date un banquete regular de Biblia. Dice Donald Whitney: “Nada puede hacerte más hambriento por la Escritura que la misma Escritura”.
Mientras más conozcas la Escritura, más fascinantes la encontrarás. Sólo puede aburrirse con la Biblia aquel que se ha estancado en su conocimiento de ella.
© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.
miércoles, 28 de abril de 2010
¿Eres cada vez más gobernado por la Palabra de Dios?
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