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Proclamar el señorío de Jesucristo sobre todos los aspectos de la cultura

viernes, 13 de agosto de 2010

El valor de la razón en la vida del creyente

Algunas personas piensan que ser anti intelectual es piadoso por aquello de que “el conocimiento envanece, pero el amor edifica” (1Cor. 8:1). Tales personas pierden de vista no sólo que la Biblia nos manda amar a Dios con toda nuestra mente, sino también algunos aspectos de la naturaleza de Dios y de Su revelación.

La Naturaleza de Dios

Nuestro Dios es un Dios racional, perfecto en conocimiento. El conoce todas las cosas, tanto las reales como las posibles (1Sam. 23:11-13; Job 37:16; 1Jn. 3:20). La Biblia señala a Dios como el “único sabio Dios” (Rom. 16:27), como el Dios de verdad, completamente confiable (Tito 1:2; Rom. 3:4; He. 6:18). Su Palabra es verdad (Jn. 17:17, y Su Iglesia (no las universidades) es columna y baluarte de la verdad (1Tim. 3:15). Conocer a Dios necesariamente involucra nuestras capacidades mentales.

La Naturaleza de la revelación bíblica

1. La revelación es verdad y ha de ser entendida racionalmente.

Las palabras bíblicas que se usan en hebreo y en griego para indicar la idea de revelación implican, no solo que Dios es una Persona que se ha dado a conocer, sino también que ha revelado proposiciones verdaderas objetivas y comprensibles.

Dios no solo se ha dado a conocer a Sí mismo, sino que también nos ha dado a conocer la verdad, una verdad que requiere del esfuerzo de nuestras mentes para ser comprendida y aplicada. Por la naturaleza de la Biblia, necesitamos para su comprensión la iluminación del Espíritu Santo, pero necesitamos aplicar también el estudio serio y concienzudo.

Algunas partes de las Escrituras son fáciles de entender, mientras que otras requieren de un esfuerzo mayor (2P. 3:16). A mayor desarrollo de la mente y del entendimiento de las reglas de hermenéutica, mayor será la capacidad de comprender el significado de la Biblia.

“Necesitamos iglesias locales dedicadas a la tarea de entrenar a los creyentes a pensar teológica y bíblicamente. Debemos desarrollar cristianos inteligentes; esto es, cristianos que tengan el entrenamiento mental para ver asuntos claramente, para hacer cuidadosamente distinciones importantes, y sopesar varios factores apropiadamente” (J. P. Moreland; Love your God with all your mind; pg. 48-49).

2. Tres textos importantes:

Rom. 12:1-2.

No podemos comprobar, esto es, dar a conocer a nosotros mismos y a otros, cuál es la voluntad de Dios, si no hay una renovación o transformación de nuestro entendimiento. Esto coloca nuestras mentes en el centro mismo del proceso transformador en el que estamos envueltos si somos cristianos.

Todo creyente desea conocer la voluntad de Dios, pero este texto nos dice que a menos que presentemos nuestros cuerpos para ser transformados, incluyendo por supuesto nuestras mentes, eso no será posible.

Mt. 22:23-39.

Ya vimos al principio algo del significado de los versículos 37ss. Ahora solo quiero hacer notar el contexto. En los versículos anteriores vemos a Cristo confrontado por los saduceos con el tema de la resurrección.

La pregunta de estos hombres dejaba a Cristo tres opciones aparentes: 1) Negar la resurrección; 2) aceptar la poligamia y el adulterio al afirmar que en el cielo ella sería mujer de los siete; y 3) injustamente limitar a uno solo de los hermanos.

La respuesta de Cristo tiene dos partes: en primer lugar, quita a los saduceos la base de la dificultad que plantean con respecto a la resurrección al afirmar que en el cielo no hay matrimonio; en segundo lugar, prueba bíblicamente la resurrección, pero citando un pasaje que, visto superficialmente, nos puede parecer inadecuado.

¿Por qué no usó mejor Dn. 12:2 que habla explícitamente de la resurrección? Porque los saduceos no aceptaban la autoridad del libro de Daniel, pero sí tenían en alta estima el texto que el Señor citó.

Esto nos muestra que Cristo conocía la Escritura, pero conocía también a sus oponentes; y también nos muestra que aplicaba su inteligencia al estudio de las Escrituras para extraer conclusiones, aun del tiempo de los verbos que allí se usan.

Dado que este texto se encuentra inmediatamente antes de Mt. 22:37ss, este es un buen ejemplo de lo que significa amar a Dios con toda la mente.

1P. 3:15.

Hay dos palabras claves aquí: apología y logos. Apología significa “defender algo” ya sea ofreciendo argumentos positivos a favor de, o respondiendo argumentos negativos en contra de. Eso era lo que Pablo hacía al evangelizar (Hch. 14:15-17; 17:2,4, 17-31; 18:4; 19:8).

El persuadía a las personas ofreciéndoles argumentos racionales a favor de la verdad del evangelio. Incluso cita en Atenas a dos filósofos paganos, Epiménides y Arato de Soles (Hch. 17:28).

Ahora bien, el punto es que aquí en 1P. 3:15 no se nos sugiere que hagamos eso, se nos ordena (leer). La palabra logos en este caso significa “evidencia o argumento que provee una justificación razonable para alguna creencia”.

Lo que Pedro está diciendo es que nosotros debemos estar preparados para proveer argumentos racionales y buenas razones para creer lo que creemos, y esto envuelve la mente.


© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

1 comentario:

ROBERT dijo...

Me llamaron la atención las palabras de John Wesley, hablando en el tenor de esta entrada. El dice: ”Deseamos una religión fundada en la razón y de acuerdo a la razón; esto es, en armonía con la naturaleza de Dios y la del hombre y sus relaciones mutuas. Exhortamos encarecidamente a todos los que buscan una religión verdadera, a que hagan uso de toda la razón que Dios les haya dado, investigando las cosas de Dios. Es razonable amar a Dios, que nos lo dio todo. Es razonable amar al prójimo y hacer el bien a todos los hombres. La religión que nosotros predicamos y vivimos está de acuerdo con la más alta razón.” Dios le guarde, Pastor Sugel.