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sábado, 26 de diciembre de 2009

¿Por qué era necesario que Cristo naciera de una virgen?

En el día de ayer el mundo recordaba el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo en la aldea de Belén y todas las circunstancias extraordinarias que rodearon este evento. Pero el más extraordinario de todos (aparte de la encarnación misma) es, sin duda alguna, el hecho de que Jesús naciera de una virgen, tal como había sido profetizado por Isaías unos 700 años antes: “He aquí la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel” (Isaías 7:14).

Ahora bien, ¿por qué tuvo que ser así? ¿Por qué nació Jesús de una virgen? Lo primero que debemos decir al respecto es que no se debe al hecho de que haya algo pecaminoso en la relación sexual entre dos personas casadas.

Dios creó el sexo, y no únicamente para asegurar la preservación de la especie, sino para el disfrute conyugal.

En el libro de Proverbios se exhorta al hombre casado a beber el agua de su propia cisterna, una referencia al placer sexual, como vemos en el contexto: “Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud. Como cierva amada y graciosa gacela, sus caricias tu satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre” (Proverbios 5:15-19).

Y el autor de la carta a los Hebreos nos dice que la relación sexual en el matrimonio es honrosa y sin mancha (Hebreos 13:4). La idea de que haya algo impuro en el sexo, en el caso de dos personas casadas, proviene de una influencia neoplatónica, no del cristianismo bíblico.

El nacimiento de Jesús fue virginal porque la unión de un espermatozoide y un óvulo da inicio a la vida de una nueva persona; pero en el caso de la persona de Jesucristo, Éste ya existía en el seno de la Trinidad como el eterno Hijo de Dios.

En el vientre de María, en forma milagrosa, el Espíritu Santo preparó una naturaleza humana para la segunda Persona de la Trinidad (Lucas 1:35), de modo que ese niño que se gestó en su vientre era Dios-Hombre, poseyendo todos los atributos que hacen a Dios ser Dios y al hombre ser hombre (excepto que Jesucristo fue sin pecado – Hebreos 4:15).

El Salvador de los pecadores tenía que ser Dios para poseer en Sí mismo el valor infinito que se requería para saldar la deuda infinita que tenemos con la justicia de Dios por nuestros pecados; pero tenía que ser Hombre para poder morir en la cruz en nuestro lugar, ya que “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).

Ese es el mensaje del evangelio, que el Justo murió por lo injustos, “para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

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