Misión del Blog

Proclamar el señorío de Jesucristo sobre todos los aspectos de la cultura

martes, 22 de diciembre de 2009

¿Cambió Calvino su posición en cuanto a la expiación limitada antes de morir?


Un hermano me preguntó esta mañana si era cierto que Calvino cambió su posición sobre la expiación limitada antes de morir, ya que alguien le había dado esa información basado, supongo yo, en las siguientes palabras de Calvino, registradas en su último Testamento el 25 de Abril de 1564: “Testifico también y declaro, que ruego suplicantemente de Él, que se plazca en lavarme y purificarme en la sangre la cual mi Redentor Soberano ha derramado por los pecados de la raza humana, que bajo su amparo pueda yo estar en pie delante de Su tribunal”.

Antes que nada, es importante establecer que la validez de una doctrina no depende de los teólogos que la defiendan, sino de que estén basadas en una correcta interpretación de las Escrituras. La labor de los teólogos del pasado es de mucha importancia, y debe ser considerada con atención, sobre todo cuando se trata de hombres como Calvino, admirado por amigos y enemigos por su cuidadosa exégesis del texto bíblico.

Ahora bien, afirmar que Calvino cambió su posición con respecto a la expiación limitada basándose en esta frase de su Testamento es perder de vista por completo el extenso material que encontramos en su Institución de la Religión Cristiana, así como en sus comentarios y tratados teológicos.

En cuanto al significado de la muerte de Cristo, Calvino establece claramente en su Institución que ésta compró, real y efectivamente, el perdón de los pecados de aquellos por quienes derramó Su sangre en la cruz; en otras palabras, Calvino declara que Cristo no murió para hacer posible la salvación de todos, sino más bien para salvar efectivamente a algunos. Por otra parte, Calvino también enseña que únicamente los elegidos disfrutan del perdón de los pecados por la obra de Cristo en la cruz; en otras palabras, y como Paul Helm señala al respecto, “el efecto de la muerte de Cristo es hacer expiación por los pecados de un número definido de personas (y en este sentido es apropiado hablar de una expiación limitada)” (Calvin & the Calvinists; pg. 13-14).

En cuanto a lo primero, Calvino señala: “Que Jesucristo nos ha ganado de veras con su obediencia la gracia y el favor del Padre, e incluso que lo ha merecido, se deduce clara y evidentemente en muchos testimonios de la Escritura. Yo tengo por incontrovertible, que si Cristo satisfizo por nuestros pecados, si pagó la pena que nosotros debíamos padecer, si con su obediencia aplacó a Dios, si, en fin, siendo justo padeció por los injustos, con su justicia nos ha adquirido la salvación” (Inst.; II.xvii.3).

Y en otro lugar añade: “La razón de este misterio puede verse en el capítulo primero de la epístola a los Efesios. Allí San Pablo, después de haber enseñado que nosotros fuimos elegidos en Cristo, añade que en el mismo hemos alcanzado gracia. ¿Cómo comenzó Dios a recibir en su favor y gracia a los que Él había amado antes de ser creado el mundo, sino porque desplegó su amor al ser reconciliado por la sangre de Cristo?” (Inst. II.xvii.2).

Lo que Calvino está diciendo aquí es que los mismos que fueron elegidos, son los que alcanzaron gracia en virtud del mismo Cristo que nos reconcilió con el Padre por Su sangre.

En cuanto al decreto de la elección, Calvino dice lo siguiente: “Las palabras de Jesucristo son tan claras, que por más vueltas que den los hombres, jamás las podrán oscurecer. ‘Ninguno’, dice, ‘puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere’ (Jn. 6, 44, 65); más ‘todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí’ (Jn. 6, 45). Si todos indistintamente se postrasen delante de Jesucristo, la elección sería común; pero, por el contrario, en el pequeño número de los creyentes aparece esta grandísima distinción. Por eso, el mismo Jesucristo después de decir que los discípulos que le habían sido dados eran la posesión de su Padre, poco después añade: ‘No ruego por el mundo, sino por éstos que me diste; porque tuyos son’ (Jn. 17, 9). De donde se sigue que no todo el mundo pertenece a su Creador, sino en cuanto que la gracia de Dios retira a unos pocos de la maldición y la ira de Dios y de la muerte eterna; los cuales de otra manera se perderían… Por lo demás, aunque Cristo media entre el Padre y los hombres, con todo no deja de atribuirse el derecho de elegir que juntamente con el Padre le compete: ‘No hablo’, dice, ‘de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido’ (Jn. 13, 8). Si alguno pregunta de dónde los ha elegido, Él mismo responde en otro lugar: ‘del mundo’ (Jn. 15, 19), al cual excluye de sus oraciones cuando encomienda Sus discípulos al Padre” (Inst. III.xxii.7).

No quisiera cansarlos con citas, pero permítanme añadir una más. Luego de afirmar que la fe no precede a la elección, sino la elección a la fe, Calvino declara: “Este orden lo muestran claramente las palabras de Cristo: ‘Esta es la voluntad del Padre: que de todo lo que me diere, no pierda yo nada’ (Jn. 6, 39). Si quisiera que todos se salvasen, les daría a su Hijo para que los guardara y los incorporara a todos a Él con el santo nudo de la fe. Pero la fe es una prenda singular de su amor paterno que reserva en secreto para los que Él adoptó como hijos. Por esta razón dice Cristo en otro lugar: ‘Las ovejas siguen al pastor, porque conocen su voz; pero no siguen al extraño, porque no conocen la voz de los extraños’ (Jn. 10, 4-5). ¿De dónde les viene este discernimiento, sino de que Cristo ha taladrado sus oídos? Porque nadie se hace a sí mismo oveja, sino que Dios es el que da la forma y lo hace. Y esta es la razón de por qué nuestro Señor Jesucristo dice que nuestra salvación está bien segura y fuera de todo peligro para siempre, porque es guardada por la potencia invencible de Dios (Jn. 10, 29)” (Inst. III.xxii.10).

Resumiendo lo que hemos visto hasta ahora (y créanme que fue difícil seleccionar las citas de un montón de referencias), Calvino enseña en su Institución, basado en abundantes textos de las Escrituras, que Cristo con Su muerte expió los pecados de aquellos a quienes vino a salvar, esto es, a los que el Padre eligió para disfrutar de esta salvación desde antes de la fundación del mundo.

¿Qué quiso decir, entonces, al afirmar en su Testamento final que Cristo derramó Su sangre por los pecados “de la raza humana”? Lo mismo que afirma una y otra vez en otros lugares: Que Cristo no murió para salvar una raza específica; sino para conformar un pueblo de toda tribu, lengua, pueblo y nación.

Comentando el texto de Juan 1:29, dice Calvino: “Y cuando él dice, el pecado del mundo, él extiende este favor indiscriminadamente a toda la raza humana; para que los judíos no piensen que él fue enviado para ellos únicamente” (Calvin’s Commentaries, Volume XVII; pg. 64.

Y acerca de Juan 3:16 escribió: “Él ha empleado el término universal todo aquel, tanto para invitar a todos indiscriminadamente a participar de la vida, como para eliminar cualquier excusa de los incrédulos. Tal es también el significado del término Mundo, el cual había usado anteriormente; pues a pesar de que nada se encontrará en el mundo que sea digno del favor de Dios, sin embargo él se muestra a sí mismo como el que reconcilia al mundo entero, cuando invita a todos los hombres sin excepción a la fe de Cristo… Recordemos, por el otro lado, que aunque la vida es prometida universalmente para todo aquel que cree en Cristo, aún así la fe no es común a todos. Porque Cristo es dado a conocer y presentado a la vista de todos, pero los elegidos son los únicos a quienes Dios abre los ojos, para que ellos le busquen por fe” (Ibíd., pg. 125).

No fue mi intención defender bíblicamente la doctrina de la expiación limitada (eso tendría que esperar otra entrada), sino más bien aclarar que Calvino no cambió su posición al respecto antes de morir. De hecho, en ese mismo Testamento, reitera que la doctrina que enseñó en la ciudad de Ginebra era conforme a la Palabra de Dios, la cual procuró enseñar “pura y sinceramente”.

Si desean ampliar este tema, recomiendo el libro de Paul Helm citado anteriormente, Calvin &the Calvinists. En cuanto a la doctrina de la expiación limitada, de todo corazón recomiendo el clásico de John Owen The Death of Death in the Death of Christ.

Para los que deseen leerlo, aquí les dejo el Testamento de Calvino completo, tal como aparece en el Volumen VIII de la obra de Philip Schaff, History of the Christan Church:

" ’In the name of the Lord, Amen. I, John Calvin, minister of the Word of God in this Church of Geneva, being afflicted and oppressed with various diseases, which easily induce me to believe that the Lord God has deter-mined shortly to call me away out of this world, have resolved to make my testament, and commit my last will to writing in the manner following: First of all, I give thanks to God, that taking mercy on me, whom He had created and placed in this world, He not only delivered me out of the deep darkness of idolatry in which I was plunged, that He might bring me into the light of His gospel, and make me a partaker in the doctrine of salvation, of which I was most unworthy; and not only, with the same mercy and benignity, kindly and graciously bore with my faults and my sins, for which, however, I deserved to be rejected by Him and exterminated, but also vouchsafed me such clemency and kindness that He has deigned to use my assistance in preaching and promulgating the truth of His gospel. And I testify and declare, that it is my intention to spend what yet remains of my life in the same faith and religion which He has delivered to me by His gospel; and that I have no other defence or refuge for salvation than His gratuitous adoption, on which alone my salva-tion depends. With my whole soul I embrace the mercy which He has exer-cised towards me through Jesus Christ, atoning for my sins with the merits of His death and passion, that in this way He might satisfy for all my crimes and faults, and blot them from His remembrance. I testify also and declare, that I suppliantly beg of Him, that He may be pleased so to wash and purify me in the blood which my Sovereign Redeemer has shed for the sins of the human race, that under His shadow I may be able to stand at the judgment-seat. I likewise declare, that, according to the measure of grace and good-ness which the Lord hath employed towards me, I have endeavored, both in my sermons and also in my writings and commentaries, to preach His Word purely and chastely, and faithfully to interpret His sacred Scriptures. I also testify and declare, that, in all the contentions and disputations in which I have been engaged with the enemies of the gospel, I have used no impos-tures, no wicked and sophistical devices, but have acted candidly and sin-cerely in defending the truth. But, woe is me! my ardor and zeal (if indeed worthy of the name) have been so careless and languid, that I confess I have failed innumerable times to execute my office properly, and had not He, of His boundless goodness, assisted me, all that zeal had been fleeting and vain. Nay, I even acknowledge, that if the same goodness had not assisted me, those mental endowments which the Lord bestowed upon me would, at His judgment-seat, prove me more and more guilty of sin and sloth. For all these reasons, I testify and declare that I trust to no other security for my salvation than this, and this only, viz. that as God is the Father of mercy, He will show Himself such a Father to me, who acknowledge myself to be a miserable sinner. As to what remains, I wish that, after my departure out of this life, my body be committed to the earth (after the form and manner which is used in this Church and city), till the day of a happy resurrection arrive. As to the slender patrimony which God has bestowed upon me, and of which I have determined to dispose in this will and testament, I appoint Anthony Calvin, my very dear brother, my heir, but in the way of honor only, giving to him for his own the silver cup which I received as a present from Varanius, and with which I desire he will be contented. Everything else belonging to my succession I give him in trust, begging he will at his death leave it to his children. To the Boys’ School I bequeath out of my succession ten gold pieces; as many to poor strangers; and as many to Joanna, the daughter of Charles Constans, and myself by affinity. To Samuel and John, the sons of my brother, I bequeath, to be paid by him at his death, each four hundred gold pieces; and to Anna, and Susanna, and Dorothy, his daughters, each three hundred gold pieces; to David, their brother, in reprehension of his juvenile levity and petulance, I leave only twenty-five gold pieces. This is the amount of the whole patrimony and goods which the Lord has bestowed on me, as far as I can estimate, setting a value both on my library and mova-bles, and all my domestic utensils, and, generally, my whole means and effects; but should they produce a larger sum, I wish the surplus to be divided proportionally among all the sons and daughters of my brother, not excluding David, if, through the goodness of God, he shall have returned to good behavior. But should the whole exceed the above-mentioned sum, I believe it will be no great matter, especially after my debts are paid, the doing of which I have carefully committed to my said brother, having confi-dence in his faith and good-will; for which reason I will and appoint him exe-cutor of this my testament, and along with him my distinguished friend, Lawrence Normand, giving power to them to make out an inventory of my effects, without being obliged to comply with the strict forms of law. I empower them also to sell my movables, that they may turn them into money, and execute my will above written, and explained and dictated by me, John Calvin, on this 25th day of April, in the year 1564.’


© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Estimado hermano Sugel:

Buenos días. ¿Ud apoya el calvinismo?

¿Ud cree que Cristo murió por algunos y no por todos, refiriéndome a más que sólo algunos pocos de los gentiles y judíos, sino TODO aquel que cree?

Si no he entendido mal de lo que ud escribe en el artículo, no todos van a ser salvos, lo cual apoyo. Pero no comparto el hecho de que sólo unos pocos disfruten de esa posibilidad de tener el perdón de pecados. ¿Acaso no tiene cada hombre la posibilidad de salvarse por medio de la obra de Cristo? En caso contrario, ¿no sería eso acepción de personas?

Gracias.
David

Sugel Michelén dijo...

Estimado hermano:

Gracias por su comentario. En cuanto a su pregunta de si apoyo el calvinismo, mi respuesta es positiva si se refiere al hecho de que apoyo los cinco puntos que se asocian con el nombre de Calvino: la total depravación del hombre, la elección incondicional de parte de Dios, el llamamiento eficaz, la expiación limitada y la perseverancia de los santos. Ahora bien, esos puntos no niegan el hecho de que Dios ofrece la salvación a todos y que todos los que quieran serán recibidos y salvados. El problema es que la condición del hombre es tal que ninguno querrá venir a menos que Dios haga una obra primero (comp. Jn. 6:44; Ef. 1:3-14; 2:1-3). Nosotros no sabemos quiénes son elegidos y por eso debemos llamar a todos a la fe y al arrepentimiento; pero si Dios no hace una obra a través de Su Palabra predicada nadie vendría. Por tal razón Dios, en Su infinita bondad y misericordia, ha elegido a algunos para obrar en ellos para que quieran querer (Fil. 2:12-13). Eso no es acepción de personas, porque ninguno merece ser salvo. Si hay dos presos en una cárcel, ambos por el mismo crimen, y el juez decide indultar a uno de ellos de pura gracia, el otro no tiene derecho a protestar porque es un criminal convicto. Pero que la Biblia enseña la elección divina para salvación es indudable (además de los textos citados, puede ver también Romanos 9:10-24, entre muchos otros textos más. Gracias de nuevo por su comentario; aprecio mucho que los lectores del blog envíen sus impresiones.

Sugel Michelén dijo...

Le recomiendo leer en este mismo blog las siguientes entradas:

http://todopensamientocautivo.blogspot.com/2009/09/elige-dios-los-que-el-sabe-de-antemano.html

http://todopensamientocautivo.blogspot.com/2009/08/es-injusto-dios-al-elegir-unos-y-no_3101.html

http://todopensamientocautivo.blogspot.com/2009/08/es-la-eleccion-de-dios-condicional-o.html

http://todopensamientocautivo.blogspot.com/2009/08/elegidos-para-salvacion-desde-antes-de.html