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miércoles, 14 de abril de 2010

Algunas reflexiones de nuestro viaje a Haití


Por Vivian Mateo y Aylín Michelén

Aunque el Señor nos dio la oportunidad de hacer algunas cosas por los niños que conocimos en Haití la situación de ambos orfanatos, sobre todo el de uno de ellos que queda en la montaña, nos dejó con un gran sentido de impotencia y de responsabilidad.

Sabemos que el Señor estuvo con nosotros y bendijo nuestro tiempo allá al concedernos tener una mejor concepción de la realidad en Haití. Pudimos hablar con los encargados de cada orfanato y así constatar sus necesidades. El Señor nos concedió darnos cuenta de que en muchos sentidos la realidad de Haití es muy parecida a la nuestra en algunas partes de nuestra ciudad.

Lo que pasa es que en Puerto Príncipe esa realidad que vemos en algunos barrios de aquí es prácticamente TODA la realidad. Igualmente, la sobrepopulación de Puerto Príncipe (debido a que no hay prácticamente ningún bachillerato ni universidad en otras partes del país y las familias se mudan a Puerto Príncipe para que sus hijos puedan ir a la escuela), hace también que la situación de necesidad y pobreza sea abrumadora.

Aunque ya había mucha necesidad antes del terremoto, es muy duro ver la cantidad de personas viviendo en condiciones sumamente difíciles. La mayoría de las personas están viviendo en casas de campañas, aún y si su casa no sufrió daños. Lo cierto es que ahora mismo hay miles y miles de personas viviendo los síntomas del trastorno de estrés post-traumático que ha provocado el terremoto (con sus muchas réplicas). Están aterrorizados de estar en sus casas, luego de haber vivido y visto las consecuencias devastadoras en la ciudad.

Vimos un pueblo que está tratando de volver a retomar su vida, se ve mucho comercio en las calles. Pero, por otra parte, la ciudad a dos meses del terremoto aún no está siendo reconstruida. Vemos la ciudad en la misma destrucción, tan sólo que los escombros ya nos están en plena calle, aún la casa de gobierno.

Nosotros esperábamos encontrarnos con un Haití que no tenía ningún tipo de belleza... pero estábamos sumamente equivocados. Con las personas que tuvimos contacto resultaron ser sumamente cálidas y amables. Las montañas que rodean a Puerto Príncipe y sobre la que está Puerto Príncipe son majestuosas y hermosas. Hay muchos árboles en la ciudad. Tuvimos aún la oportunidad de ir a una de sus playas, y la intensidad de los colores del mar y los caracoles, la arena... nos dejaron totalmente cautivados.

Los hermanos que nos recibieron en Esperanza son encantadores y cálidos y nos gozamos increíblemente en la unión con nuestros hermanos haitianos. Ellos aguantaron nuestros pobres intentos de hablarles en creole y fueron sumamente pacientes al enseñarnos las palabras que les pedíamos. Igualmente su alegría en servirnos, en darnos el café caliente que nos gustaba, o el jugo de frutas que nos refrescaba, fue para nosotros un regalo del Señor mismo.

Hay cuatro pasajes que no abandonan nuestra mente:

Isaías 58: 6-11--
¿No es éste el ayuno que yo escogí....no es para que partas TU pan con el hambriento, y recibas en casa a los pobres sin hogar; para que cuando veas al desnudo lo cubras, y no te escondas de tu semejante?
...Si te ofreces al hambriento y sacias el deseo del afligido entonces surgirá tu luz en las tinieblas, y tu oscuridad será como el mediodía.

Juan 1: 14--
Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Lucas 17: 10--
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les ha mandado, deben decir: "Somos siervos inútiles; no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber."

Santiago 1: 27--
La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es ésta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo.

Hasta cierto punto nuestro viaje fue increíblemente cómodo. Nos quedamos en Esperanza Internacional, donde nos atendieron sumamente bien. Dormimos en camas, bajo techo, comimos comidas deliciosas, fuimos al orfanato y luego de unas pocas horas, dejábamos a los niños en la misma situación en que los dejamos.... y cuando nos fuimos nos preguntamos, “¿Realmente estamos nosotros siendo como el Señor Jesús?? ¿Estamos probando lo que EL hizo??” Nosotros NO nos encarnamos como el Señor lo hizo.

Y lo que queremos transmitir a nuestra iglesia es que es cuando nos encarnamos que vemos mayormente la gloria de Jesús. Fue en SU encarnación que El manifestó su gloria. SU gloria consistió en despojarse de TODO, hacerse hombre y humillarse hasta la muerte. Esa fue SU GLORIA. Hermanos, encarnarnos es ponernos en la piel del otro que está sufriendo; es hacer NUESTRA su causa. Encarnarnos es no ignorar la miseria de nuestros semejantes. Implica sacrificio, implica muerte al yo, implica el riesgo de cansarnos, aún de enfermarnos... pero si queremos probar mayores medidas de la gloria de Dios, si queremos conocer y gustar la gloria de Dios, nosotros tenemos que vivir Isaías 58 con nuestras vidas. No UNA vez al año, no solamente dando de nuestro dinero y posesiones. Es sacrificarnos en oración, rogando para que la gloria de Dios sea derramada a favor del desvalido, del desnudo y del hambriento.

El pastor Alan Dunn dijo después de que Arif y Kathy Khan murieron que nosotros debemos vivir como personas que realmente hemos muerto. Hermanos, ¿hemos muerto realmente? No es sólo morir al yo, es estar dispuestos a morir. ¿Hemos internalizado nuestra muerte física? Porque hacer nuestra la causa del desvalido implica morir. Porque es que nuestra vida es una niebla que aparece por un momento y luego desvanece… ¿cómo demostraremos a nuestros hijos, nuestros jóvenes y nuestra generación que la fe que profesamos no es muerta? ¿Tenemos nosotros ese mismo sentir que hubo en Jesus, que no escatimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse? ¿Escatimamos a nuestros hijos, esposos, familia nuestra propia vida? Quien no aborrece esto por causa de Cristo no es digno de El. Debemos vivir como si realmente ya hemos sido crucificado. No se trata de nosotros, se trata del Reino de Dios y éste trasciende nuestras vidas.

Ahora mismo Haití está lleno de personas sin hogar, sin comida, sin esposos, sin padres... y el nosotros amarlos no es sólo más que hacer lo que se nos ha mandado. Hermanos, somos siervos INUTILES. El orar, ofrendar e ir a Haití no es algo que se ve bien en nuestro currículo. Es simplemente cumplir con nuestro deber de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Es que no orar, y no hacer NUESTRA la causa de la situación allí es simplemente desobediencia! Qué glorioso es imitar a nuestro Señor Jesucristo, quien siendo la gloria del cielo, vino por amor a tí y a mí. ¡Cuánta gracia es nuestra! ¡Qué precioso es Jesús! Gracias MIL por orar por nosotros!! Que el Señor les bendiga!

Rogando por mayores medidas del Espíritu de Cristo,

Vivian Mateo y Aylín Michelén

P.D. Aquí una lista de necesidades en ambos orfanatos para que sepan mejor cómo orar.
Necesidades del orfanato de la montaña:

1. Se come lo que llega cada semana; no cuentan con un sustento confiable, del que ellos dependan.
2. La mayoría no tiene camas. Duermen en el suelo, arriba de mesas, debajo de las mesas,en casas de campañas.
3. Su nutrición no es balanceada.
4. No están recibiendo ternura ni cuidado emocional. Las personas que los están cuidando también están viviendo los efectos traumáticos del terremoto. Piensen en las implicaciones que tiene esto en la vida de un niño. Cuando un niño no recibe amor, cuando no conoce la seguridad del afecto de sus padres, cuando no experimenta la seguridad del amor de sus padres, es trastornado a niveles sumamente profundos.
5. Las escuelas en Haití cerraron después del terremoto, así que no están recibiendo educación.
6. No están viviendo en el contexto y la protección de una rutina diaria.
7. No hay personal suficiente para la cantidad de niños que allí habitan.

En el orfanato que se llama Child Hope, hay mucha más organización y atención. El website de ellos es www.childhope.org para más información de cómo se pueden involucrar!

Este orfanato no solo se limita a servir a los niños que viven allí, sino que tienen un programa de alimentación en donde los niños de la comunidad que tampoco tienen casas, 3 veces a la semana se les da comida, tienen un tiempo de juegos, adoración y predicación de la Palabra.

También tienen necesidad, sobre todo de recursos humanos. Necesitan profesores, doctores,enfermeras que estén dispuestos a dar una semana, dos y hasta dos meses para venir ayudar con el colegio, la clínica y el orfanato que ellos tiene.

En la foto, de izquierda a derecha: Carmen Naranjo, George Muñoz, Katherine Bautista, Magaly Jimenez, Elayne Mañón, Aylín Michelén, Vivian Mateo y Esdras Ventura.

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